sábado, 9 de junio de 2018

EL PERIODO GARCIANO Y EL PROGRESISMO


General  Patricio Lloret Orellana
EL  ENTORNO
La década de los sesenta y setenta en el siglo XIX encuentra un mundo político convulsionado por guerras internas y conflictos internacionales en la mayor parte de las naciones. Buscan consolidar proyectos ideológicos en unos casos, de libertad e independencia en otros, de hegemonía en aquellos que para la época se consideraban desarrollados, y de desesperanza para los  que cargaban con sus pueblos la enfermedad del subdesarrollo.
En los Estados Unidos se fermentaba la guerra civil, sin que nadie supiera con exactitud cuál sería su detonante. Algunas explicaciones reflexivas incluían la cuestión moral de la esclavitud, su expansión a los territorios y el problema constitucional de los derechos de los Estados frente a la autoridad nacional. Cualesquiera que fuera su causa, esta se inició un 12 de abril de 1861 con objetivos  en cada uno de los bandos: el Norte por la emancipación, el Sur por la independencia y la conservación de la esclavitud.
La guerra civil duraría hasta 1865. Inicialmente, la incapacidad del Norte en hacer mayores progresos para someter al Sur, fomentó el descontento en todo el espectro político del país. Los radicales pedían una guerra más dura, mientras que los demócratas  predicaban la conciliación nacional. La escasez de subsistencias y la inflación hacían estragos en el frente interno de la nación. Terminada la guerra se redujo drásticamente el tamaño del ejército y de la armada. Las rivalidades continentales limitaban a  las potencias en cuanto a comprometerse militarmente en el nuevo mundo, y la gran extensión y el inmenso potencial militar hacían imposible una conquista extranjera.
La necesidad de una fuerza policial para el servicio de huelgas  fue el estímulo que revivió la milicia voluntaria, la cual adoptó el nombre de guardia nacional. Las fuerzas armadas estimuladas por el impulso imperialista de su país, el desarrollo de la tecnología y el interés de los militares por su carrera, comenzaron a modernizarse. Los últimos años del siglo XIX marcan el nacimiento del imperio norteamericano.
En el marco regional, las luchas internas se sucedían unas a otras en las nacientes repúblicas de Sudamérica. En el Perú se había aprobado la Constitución de 1856 luego del triunfo de Castilla sobre Vivanco. El Consejo de Ministros había convocado a un Congreso extraordinario para llamar a elecciones en abril de 1858, es electo el mariscal Ramón Castilla para un periodo de cuatro años. Con su triunfo, se dicta la Constitución de 1860, presidencialista, moderada en sus tendencias. El mariscal es considerado como el verdadero forjador de la república. Los liberales son los principales opositores a su mandato constitucional.
 El pago realizado por el gobierno ecuatoriano, de una deuda contraída con motivo de las guerras de la independencia, una parte en efectivo y otra en tierras ubicadas en Canelos y  Zamora, luego de un arreglo realizado con el representante de nuestros acreedores en Londres, motivó la protesta peruana a la segunda parte, por considerarlas de su propiedad, conforme lo establece-según ellos- la Real Cédula de 1802 y el Uti Possideti Juris de 1810. La protesta culminó con la orden del presidente Castilla de bloquear  la costa ecuatoriana, por parte de la armada peruana al mando de Mariátegui y del mismo Castilla. El incidente llevó a la firma del Tratado de Mapasingue, posteriormente anulado por el Congreso del Ecuador  y desaprobado por el Congreso del Perú.
La toma de posesión de las islas de Chincha, por parte de la flota española, inició un incidente que culminó con la declaración de guerra a España y la formación de una cuádruple alianza con la participación de Chile, Bolivia, Ecuador y Perú. Finalmente Ecuador se declaró neutral en el conflicto.
Los gobiernos de facto se fueron multiplicando con la llegada de Ignacio Prado, Francisco Diez Canseco, José Balta, Tomas Gutiérrez, todos ellos militares, hasta el aparecimiento de Manuel Pardo, el primer civil en gobernar en el Perú.
El partido de gobierno era antimilitarista,  se restablece la guardia nacional, se disminuye los efectivos del ejército; se crea la escuela de cabos y sargentos, se reforma la escuela militar y se reinstala la escuela naval. Se promulgan nuevos reglamentos con una orientación europea, especialmente  francesa. El presidente Manuel Pardo fue asesinado.
Se suscribe una alianza militar con Bolivia, desechando a Argentina. Antofagasta es tomada por los chilenos y Bolivia le declara la guerra. El salitre de Tarapacá fue el motivo principal. El Perú interviene inicialmente como  mediador y finaliza involucrándose en el conflicto. La guerra de la alianza contra Chile culminó con la ocupación de Lima por parte de las fuerzas chilenas el 16 de enero de 1881.
En la frontera Norte del Ecuador, la vecina Colombia vivía una guerra civil generada por el general Tomas Cipriano de Mosquera en contra del presidente Mariano Ospina, debido a la intervención del gobierno federal en la política interior del estado del Cauca.
Con Ospina, el país había tomado el nombre de Confederación Granadina compuesta por los estados de Antioquía, Panamá, Santander, Cauca, Bolívar, Magdalena y Boyacá. Mosquera se declaró director de la guerra y presidente provisorio. En 1861 se tomó Bogotá y destituyó a Bartolomé Calvo, encargado del poder a partir de ese año. Expulsó a los jesuitas por segunda ocasión y sometió a las autoridades eclesiásticas al gobierno civil. La guerra concluyó en 1863 con la Constitución de Rio Negro, considerada como un triunfo del liberalismo radical y una copia de las constituciones liberales de Europa, especialmente de Francia e Inglaterra.
Las guerras civiles fueron más frecuentes y de mayor intensidad, había libertad para el comercio de armas y los Estados eran totalmente autónomos. La economía nacional era localista y dependía de los intereses de grupo en cada una de las regiones.
Al liberalismo radical le siguió el movimiento denominado “La Regeneración” influida por principios conservadores. La Constitución le dio al país el nombre de República de Colombia, con una nueva organización territorial por departamentos. El final del siglo XIX encontró a Colombia con la guerra de los mil días, la intervención de los Estados Unidos en los asuntos internos de la nación y la separación definitiva de Panamá.
En el ámbito nacional, Gabriel García Moreno y Gómez, guayaquileño nacido el 24 de diciembre de 1821, había incursionado en la política nacional, ocupando puestos importantes y liderando la oposición a Vicente Ramón Roca, a través de una prensa que se caracterizaba por el vituperio, los insultos  y las calumnias, como una costumbre arrastrada desde la época de la independencia. La herencia de la época floreana pesaba y,   se sucedían gobiernos elegidos, encargados del poder, revoluciones militares, dentro de un periodo conocido en la historia nacional como  el “Marcismo”. Aparecen dos figuras militares: Urbina y Robles que serían los más enconados opositores de García Moreno durante toda su vida política, y sus más cercanos antecesores en el mando del país.
Las fuerzas armadas, esto es, el ejército y la marina, venían de un periodo de formación y organización desde el inicio de la república, con una marcada influencia española reflejada en la escuela de formación de oficiales creada por Rocafuerte.
Existía una ley orgánica que regulaba las actividades del ejército, se contaba con una ley de inválidos. La ley orgánica de las milicias da lugar a la  creación del primer Código Militar.  Había una ley de conscripción, una incipiente organización de la  guardia nacional, una ley de planta y, un orgánico numérico, entre otras. A pesar de la existencia de esta legislación, no había un ejército profesional; la mayor parte de los oficiales y tropa  eran extranjeros, provenientes del ejército libertador. No existía un plan de operaciones, un plan de movilización y concentración de tropas, no se vislumbraba la posibilidad de enfrentar amenazas como las del Perú y de Colombia, a pesar de que ya estaban presentes en la vida nacional. El ejército en particular era el respaldo del mandatario o del dictador de turno.
La época que corresponde al mandato de García Moreno, esto es, entre 1860 a 1875, es compleja, polémica y discutida en la historia nacional, por la personalidad de quien lo representa en un periodo de consolidación, organización y de rectificaciones, realizado por la voluntad del mandatario, muchas veces por encima de la Constitución y de la ley.

EL INICIO
En Quito, el 1 de mayo de 1859, Rafael Salvador, comandante de policía, se subleva con su tropa en un intento de golpe de Estado, y da paso a la conformación de un triunvirato compuesto por Gabriel García Moreno, Jerónimo Carrión y Pacífico Chiriboga, como principales; y, Manuel Gómez de la Torre, José María Avilés y Rafael Carvajal en calidad de suplentes, en contra del gobierno de Robles. Se crea un gobierno provisional dotado de facultades amplísimas para la nueva organización del país.
Entre los antecedentes más importantes que llevaron a este golpe de Estado está el rompimiento de relaciones entre Ecuador y Perú, hecho sucedido el 30 de junio de 1858, y el bloqueo de Guayaquil dispuesto por el presidente peruano Ramón Castilla en Octubre de este mismo año. Existían también algunos indicios sobre las conversaciones del general colombiano Cipriano Mosquera y diplomáticos peruanos, en el momento  en que Ramón Castilla venía sobre Guayaquil. El 21 de febrero de 1859, el general Mosquera dirigía una carta al diplomático peruano Buenaventura Seoane, acreditado en Bogotá, a quien manifestaba: “Algunos han creído que la existencia de esa pequeña nación del Ecuador era necesaria para la confederación granadina y el Perú, pues no siendo limítrofes, se entenderán mejor. Yo juzgo lo contrario. Nuestros límites y los de ustedes se deben tocar, y unidos su política exterior e intereses comerciales hacer dos pueblos independientes en sus gobiernos, unidos en intereses” (1)
Sobre el mismo tema, escribía el presidente colombiano al Dr. Francisco Zarama, el 17 de agosto de 1859: “Algunas personas que mantienen ciertas relaciones con este general(Mosquera) y, que las cultivan también con los miembros de la legación peruana, han sospechado que existe alguna intriga política entre Mosquera y dicha legación que no saben cuál sea, pero que juzgan que puede ser algún proyecto de división del Ecuador para quedarse Perú con Guayaquil y la mayor parte del Sur y unir el resto al Cauca” (2)
El acta de pronunciamiento, documento mediante el cual, el vecindario de las distintas ciudades del país, especialmente de Quito, Guayaquil y Cuenca,  se manifestaban en contra del gobierno de turno o del dictador en funciones, se publica esta vez  en Quito, en el  periódico oficial “El Nacional” del lunes 9 de mayo de 1859, en la misma que ya consta la nomina de las personas que conformaban el gobierno provisorio de la nación, y que contaba además con el respaldo de los principales jefes del ejército con asiento en la plaza.
 A día seguido se publica un decreto mediante el cual se contempla en su artículo primero: “Son traidores a la patria los que conspiran contra el gobierno provisorio”.
1.     Ulloa Luis: Algo de historia. Las cuestiones territoriales con Ecuador y Colombia y la falsedad del Protocolo Pedemonte-Mosquera. Lima. Imprenta “La Industria” 1911
2.     Gutiérrez Arístides y Ortiz, Sergio Elías. Epistolario del Dr. Mariano Ospina. Boletín de estudios Históricos. Pasto

El 30 de mayo, mediante decreto se nombra al  Dr. García Moreno como director supremo de la guerra, comandante general del distrito de Quito al Sr. coronel graduado Agustín Guerrero, y  general en jefe del ejército, al Gral. José María Guerrero.
El efímero gobierno provisorio sobrevive hasta junio de 1859, García Moreno  huye al Perú para pedir ayuda; buscaba una alianza con el mariscal Castilla. Regresa a Guayaquil con el presidente peruano en la fragata “Amazonas” y con su protección se declaró jefe supremo de Guayaquil. En agosto de 1859 diría a su mujer en una carta “…..yo por honor no debo mandar, después de haber solicitado para libertar al  país el auxilio peruano”.
El 7 de enero de 1860, Roberto Ascásubi, Secretario General del reorganizado gobierno provisional de Quito, escribe al departamento de guerra: “con fecha 4 del presente, se pasó al Sr. gobernador de la provincia la comunicación que inserto.- Acompaño a U.S. en copias legalizadas, una razón detallada del armamento y municiones de guerra traídos del Perú y entregados en el parque de esta plaza por el señor José Veintemilla, y una explicación de este jefe acerca de la parte regalada por el general Castilla a S.E. el señor doctor  Gabriel García Moreno, la parte comprada y cuyo importe debe ser satisfecho (…) y la parte que obsequia a la nación S.E. el señor doctor Gabriel García Moreno..”(3)
En la relación de Veintemilla se dice “…En cuanto el valor de estos artículos, recordará U.S. que los trescientos fusiles fulminantes y los cuarenta y ocho cajones de pertrechos con el contenido de veinte y cuatro mil tiros embalados con treinta y tres mil seiscientos fulminantes, no han costado nada al gobierno, pues fueron dados a S.E. el señor Gabriel García Moreno por el señor general Castilla (…) Por lo que hace a la conducción, la goleta “Mercedes” fue fletada en Paita por orden del señor prefecto de Piura, coronel Machuca, en la cantidad de trescientos pesos por cuenta del gobierno peruano”.(4)
Desde esta fecha hasta la designación de García Moreno como jefe supremo, el país debe pasar por el bloqueo peruano a Guayaquil, la conformación de tres gobiernos provisionales; Franco en Guayaquil, un triunvirato en Quito y el de Carrión nombrado por Loja que obra como estado independiente, el convenio firmado el 4 de diciembre de 1859 entre Franco y Castilla que deja sin efecto cualquier apresto bélico, hasta cuando se erigiese un solo gobierno que represente los intereses del país, y esté en condiciones de arreglar los problemas limítrofes con el Perú; y finalmente, la firma del Tratado de Mapasingue, un 25 de enero de 1860.
Este tratado que en su título dice “En nombre de Dios Autor y Legislador del Universo”, da por satisfecha la ofensa que según ellos fue inferida por el gobierno del general Francisco Robles, en la persona del Ministro Residente del Perú, y de las injurias proferidas por la
3.     Periódico oficial “El Nacional” de la época.
4.     Ídem.

prensa oficial del mencionado gobierno contra la nación peruana, comprometiéndose el gobierno del Ecuador a castigar “con la severidad de las leyes y la urgencia que su dignidad exige”, a las autoridades subalternas que maltrataron a ciudadanos peruanos.
En su artículo 5 se expresa la decisión de los dos gobiernos de aceptar los límites que emanan del uti posidetis juris reconocido en el artículo quinto del Tratado del 22 de septiembre de 1829 entre Colombia y el Perú y que tenían los antiguos Virreinatos del Perú y Santa Fe, conforme a la Real Cédula de 15 de julio de 1802.
A fin de combatir a Franco, García Moreno se reconcilia  con el general Juan José Flores, quien residía en  Perú, asignándole  el mando del ejército. En torno a esta figura se rehace el ejército del gobierno central, que había sido casi destruido por el general Urbina.
Se dan los primeros enfrentamientos a mediados del mes de enero de 1860 con los combates de Piscurco (25 de enero) y Sabún (29 de enero), comandados por el coronel Bernardo Dávalos y la participación de los batallones “Rifles”, “Vengadores” y “Lanceros”. Las fuerzas del gobierno de Quito derrotaban a las de Franco en la parte Sur de Riobamba.
Se organiza la campaña de Guayaquil  mediante la conformación de tres divisiones: la primera al mando del comandante Daniel Salvador, compuesta por los batallones “Vengadores” e “Imbabura”, con su respectiva  artillería de campo; la segunda a órdenes del comandante Secundino Darquea, con los batallones “Babahoyo”, “Pichincha”y “Colombia”, mas su artillería y caballería; y la tercera bajo las órdenes del coronel Bernardo Dávalos, con las unidades de Caballería, todos ellos bajo el mando del general Flores que junto a García Moreno dieron paso al enfrentamiento de Bodegas, en Babahoyo.
Además de estas fuerzas, estuvo presente la llamada “División de Manabí” al mando del coronel Manuel Santos, conformada por un escuadrón, dos regimientos y  una columna. Sobresale la figura del comandante Francisco Javier Salazar al mando de la artillería, quien decidió la victoria, forzando a Franco a huir hacia Sanborondón y posteriormente a Mapasingue, para finalmente presentar combate a Flores el 24 de septiembre de 1860, ser derrotado y huir hasta abordar las naves bloqueadoras de Guayaquil. Flores fue nombrado General en Jefe vitalicio y se le devolvió todos sus bienes.
La primera relación directa entre el general Francisco  Javier Salazar y García Moreno data de 1859, siendo teniente coronel, perteneciente al arma de Artillería; había regresado de Europa cuando el poder era ejercido desde Quito por el triunvirato presidido por García Moreno. Recibió la orden de marchar sobre Guayaquil contra el general Guillermo Franco, proclamado Jefe Supremo en el puerto. Salazar fue ascendido a coronel. Desde ese momento las dos figuras quedarán unidas en lo personal y en la historia. En distintas épocas ocupó las carteras de lo Interior, Relaciones Exteriores, Educación y Guerra. Fue ministro plenipotenciario y enviado extraordinario ante varios gobiernos de Europa, como Gran Bretaña, Francia, Alemania y la Santa Sede. Político de principios definidos, escritor y diplomático, polígloto y militar de carrera y científico en su campo. Autor de libros sobre táctica, instrucción de tiro y esgrima a la bayoneta, autor de un prontuario militar, de reformas básicas al código militar. Tradujo poemas de Dante, Byron, así como estudios militares del alemán y del inglés; además hablaba italiano, francés, portugués, griego y latín. Fue diputado a la constituyente  de 1869 y a la de 1884, de la cual fue su presidente. Fue director supremo del ejército restaurador de 1883, contra la dictadura de Veintemilla. Fue ministro plenipotenciario ante los gobiernos de Perú y Chile. Miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua; perteneció a los ateneos de Quito y de Lima y a la Academia de las Buenas Letras de Sevilla. Candidato a la presidencia de la república en 1891.
Terminada la campaña de Guayaquil, el gobierno provisorio, en consideración a que los cuerpos de guardias nacionales son el principal sostén de la independencia  y libertad de la república publicó en noviembre del año 60 un decreto encaminado a organizar y fortalecer esta organización, en los siguientes términos:
“1.- Se formarán cuerpos de guardias nacionales en la república, compuestos de todos los ecuatorianos que se hallan en capacidad de ser destinados a este servicio.
2.- Cada batallón constará de seis compañías y cada escuadrón de una, teniendo el mismo número
3.- Las planas mayores de estos batallones y escuadrones se compondrán de propietarios y veteranos y las formarán un primero y segundo jefe, un ayudante mayor, un abanderado porta estandarte, un tambor y clarín mayor, debiendo considerarse en servicio activo a los veteranos.
4.- La fuerza de estos cuerpos será de treinta mil hombres de Infantería distribuidos en cincuenta batallones y de mil cuatrocientos cuarenta de Caballería distribuidos también en tres regimientos de a cuatro escuadrones-compañías cada uno, que se formarán en todas las provincias de la republica”.(5)
No hay evidencias de que este decreto se haya cumplido en ninguna de sus partes; además, como se verá más adelante, la guardia nacional servirá para la conformación de columnas destinadas a combatir en uno u otro bando del gobierno de turno. La organización como tal es importante, su materialización desde esta época hubiese sido una buena  manera de enfrentar la amenaza del Perú.
Al asumir el mando de la república como jefe supremo, García Moreno permanece en Guayaquil, su gobernador era el capitán de navío José Antonio Gómez  Valverde. Mediante carta del 2 de enero de 1861 y dirigida al presidente de la convención, renunciaba a
5.     Periódico oficial “El Nacional” de la fecha.
cualquier presidencia interina del país que la Convención podría nombrarle, aduciendo que la conspiración de Franco aún no había sido del todo derrotada. Pide que se le nombre gobernador de Guayaquil a sabiendas que su petición no iba a ser aceptada, más aún, si el presidente de la Convención era el general Juan José Flores.
El 19 de enero de 1861 llegaron a Guayaquil los vapores de guerra peruanos “Ucayali” y “Huaraz”. Al respecto García Moreno en carta a Flores dirá: “…No estoy alarmado por la aparición de esos vapores…. Así que no creo necesario pedir el batallón “Babahoyo”, ni aumentar más la guarnición antes de que sea urgente el peligro. Las baterías de la Planchada y Saraguro están prestas a hacer fuego. Van a construirse hornillas de bala roja”(6)
Las noticias sobre la crisis norteamericana le preocupan a García Moreno, porque podía interferir en la ayuda que podría conseguir de Estados Unidos para enfrentar un posible conflicto bélico con el Perú, dado la amenaza de Castilla luego de su fracasada entente con Franco. La declaración de nulidad  del tratado de Mapasingue realizado por la corte superior de Quito, el 22 de febrero de 1860 y la protesta del Perú contra el proyecto de incorporación del Ecuador a Francia, realizada por el presidente, colocaban a los dos países en situación pre bélica. Súmese a ello los preparativos que hacía Urbina en el Perú para conformar un ejército con miras a derrocar al presidente.
Las diferencias insalvables entre García Moreno y Ramón Castilla y la posibilidad cierta de un conflicto con el Perú, determinan que el presidente se esfuerce en concretar la compra de armamento para su ejército. Según el propio García Moreno, se recibe armamento para equipar a 18.000 hombres. Decide enviar 7.000 fusiles para el interior, de los cuales 4.000 van a bordo del vapor fluvial “Bolívar” y el resto en el vapor fluvial “Washington”. El préstamo entregado por un señor de apellido Luzarraga que llegaba al medio millón de pesos, le permitía adquirir dicho armamento. Sueña con poder inventar algo que le impida a la flota peruana ingresar al golfo de Guayaquil.
El orgánico de la institución militar comprendía una comandancia en jefe, tres comandancias generales y cinco comandancias militares. El pie de  fuerza estaba representado por un regimiento de Artillería, cuatro batallones de Infantería y tres regimientos de Caballería. Cada batallón de Infantería estaba formado por 503 hombres  y por 200 hombres la Caballería. El regimiento de Artillería alcanzaba a 539 hombres. La guardia nacional se componía de todos los ecuatorianos hábiles para tomar las armas, y respondía a su propia organización. En las campañas y acciones de guerra, no siempre pudo emplearse en forma disciplinada y coherente, como lo hacían las tropas activas y entrenadas.
6.     Tomado del periódico oficial “El Nacional” de la fecha.

En términos generales, el ejército al mando de Flores no estaba entrenado ni consciente de sus responsabilidades profesionales.
Como comandante de la marina figuraba el general Stagg y le acompañaban los capitanes de navío Agustín Oramas, Francisco Martínez, Diego Matos y Juan Uraga.
La armada nacional contaba con los buques de guerra: goletas “Salado”, “General Sucre”, “4 de Abril” y “Guayas”, de las cuales a inicios del siguiente año solo quedaría la goleta “Salado”, las otras pasarían a ser desarmadas o vendidas.
Fue preocupación del presidente reforzar militarmente a Guayaquil, con especial atención hacia los puntos estratégicos, que para este caso fueron considerados Guayaquil y Punta de Piedra. Al respecto dirá: “en una guerra defensiva las operaciones dependen de las que inicie el enemigo, puesto que las defensas suponen el ataque; y como es natural que el enemigo intente apoderarse de los puntos decisivos que adopte, es necesario poner en estado de defensa los puntos que por su posición estratégica puedan llamarse decisivos, tal es por ejemplo la situación de Guayaquil”.
En consideración a su preocupación, para el mes de octubre se culminaban las obras defensivas, con dos piezas de 32 en el Telégrafo, en la Planchada tres piezas de 32, en Saraguro once piezas entre 32 y 24, incluso dos cañones rayados de 22 y 40; cuatro cañones de grueso calibre en el malecón; una línea de siete reductos con ocho piezas de artillería entre Saraguro y El Salado, quedando además 16 cañones para lanchas, el cerro y donde convenga, fuera de los cañones y obuses de la brigada. En conclusión, una fuerte fortificación del terreno y ninguna participación de la armada en el mar.
EL PRIMER PERIODO DE GARCIA MORENO.
El 10 de enero de 1861 se reunió en Quito la Convención Nacional, bajo la presidencia de Juan José Flores, que se encargaría de redactar la nueva Carta Política de la Nación, la misma que  consagró principios distintos, dio a la administración una base provincial, al establecer jurídicamente las provincias y dejar de lado la división departamental.
Según Gabriel Cevallos García, dos fueron las tendencias políticas que comenzaron a ser discutidas en el país: el centralismo unitario y el federalismo; “la segunda tomo cuerpo al momento en que el marcismo dejó de ser civilista y los generales asumieron la dirección del Ecuador. Esta teoría llevó a Loja a que viviera algún tiempo en forma separada y que terminó, de alguna manera, cuando García Moreno venció a Franco y Castilla. La Carta Política de 1861 halló una nueva manera de administrar a través del municipalismo integral que tampoco fue una solución debido a la poca instrucción cívica de sus actores”.(7)
7.     Historia del Ecuador texto.- Obras completas III. 1987
En sesión extraordinaria de la Convención Nacional del 10 de marzo de 1861, cuya acta es publicada en el periódico oficial  de 13 de marzo, se procede a  la elección de los primeros magistrados de la nación, recayendo estas dignidades en los señores Dr. Gabriel García Moreno, con 37 votos a favor y uno en contra, y del Dr. Mariano Cueva con 20 votos, como Vicepresidente.
El 2 de abril de 1861, García Moreno se posesiona como presidente; al hablar de los objetivos que persigue dirá: “Restablecer el imperio de la moral sin el cual el orden no es más que tregua y cansancio, fuera de lo cual la libertad es engaño y quimera; moralizar un país en que la lucha sangrienta del bien y del mal, de los hombres honrados contra los hombres perversos, ha durado por espacio de medio siglo…” (8)
Durante su primera administración, fue preocupación fundamental la reorganización del ejército. Al respecto, Cevallos García afirma: “La fuerza pública hasta ese entonces estaba sobrevalorada por su accionar en la guerra de la independencia y era objeto de adulaciones por parte de políticos y jefes militares interesados en convertirla en instrumento de dominación política. El gobierno de García Moreno nació de un movimiento civilista en contra del militarismo nacional, de allí su insistencia para reducir las tropas a su orgánico definido por la ley, destinar a los oficiales a  funciones eminentemente técnicas, capacitar a los mandos para el efectivo ejercicio de sus tareas militares. La tecnificación del ejército y la elevación de su prestigio en el concierto nacional fueron un gran objetivo del gobierno nacional”.(9)
El historiador Ricardo Pattee al analizar los objetivos propuestos por el gobierno  manifiesta: “según nuestro modo de enfocar el problema ecuatoriano, García Moreno combatió cuatro principios fundamentales, a saber: el regalismo, el regionalismo, el militarismo y el liberalismo. Son las cuatro divisiones de su pensamiento político; la reducción sencilla y escueta de las fuerzas motrices que le empujaban al combate.”(10)
A la depuración que emprendió García Moreno respecto de la institución militar, súmese la prohibición de acuartelar a las tropas en monasterios y casas de educación; asimismo,  se incluyó dentro del régimen administrativo interior de la República, la autorización para que el ejecutivo asuma el mando del ejército.
El primer acto del gobierno a fin de conseguir la unificación del Ecuador fue el de fusilar al cabecilla de los indígenas sublevados en Chimborazo,  Fernando Daquilema, nombrado rey de Cacha, al Sur de Riobamba y flagelar públicamente al general Fernando Ayarza, acusado de amotinar al ejército del gobierno provisorio. Ayarza era un anciano negro, héroe de las guerras de la independencia, compañero de Bolívar. García Moreno se equivocó.
8.     Tomado del periódico oficial “El Nacional” de la época.
9.     Historia del Ecuador texto.- Obras completas III.1987
10.   Gabriel García Moreno y el Ecuador de su tiempo. 1944
La Convención Nacional en conocimiento de los pormenores de la campaña de Guayaquil, destaca la participación del ejército, especialmente, el paso de las fuerzas y de la artillería a través del estero salado, como factor fundamental del triunfo conseguido; por esa razón, entrega la condecoración “Arrojo Asombroso” para sus participantes.
El Tratado de Mapasingue firmado entre Franco y Castilla es conocido por la Convención Nacional y declarado nulo, en virtud de que,  “aunque hubiese sido legítimo tratado, hecho por el Presidente Constitucional de la República, adolecía del vicio insanable de ser ratificado y canjeado sin que procediese la aprobación del Congreso, cuyo requisito es indispensable para la validez de los tratados públicos en el Ecuador”.(11)
La Convención Nacional fija  el pie de fuerza permanente que debe regir en el siguiente  bienio constitucional, manteniendo a la Artillería organizada de la misma forma; es decir, de un regimiento de 539 plazas, disminuye a tres los batallones de Infantería, compuestos de trescientas plazas cada uno, inclusive sus cornetas y músicos; y, reduce a un regimiento a las fuerzas de Caballería. Le faculta al ejecutivo, de creerlo conveniente, a disolver los cuadros del batallón “Babahoyo” y al segundo regimiento de lanceros. Incluye en la fuerza permanente a todos los generales, jefes y oficiales destinados en mandos locales, conforme a la ley orgánica vigente.
La guardia nacional también se constituye en  preocupación de la Convención Nacional en su afán de reorganizar las fuerzas armadas. Dispone que todo ecuatoriano desde la edad de 18 años hasta la de cuarenta cumplidos, debe estar alistado en la guardia nacional activa y tiene la obligación de servir cinco años en el ejército permanente, si le tocare la suerte. Que los jefes políticos, asociados a los jefes que se destinaren a las planas mayores de la guardia nacional activa y de un consejero municipal, nombrado por los primeros, formaran la junta de sorteo en cada cabecera de cantón, y tendrán a la vista tanto el censo de población, con las listas auténticas de los nacidos y muertos que remitirán los párrocos. Que podrán ser admitidos los extranjeros hasta un número que no sobrepase la cuarta parte del ejército. A los que se opongan al alistamiento se les imputa una pena de tres años más del tiempo que tengan que servir; a los desertores en campaña, una pena de ordenanza.(Los Consejos de Guerra verbales que se formaban para juzgar estas faltas, disponían las penas a ser cumplidas).
En lo que corresponde a la  guardia nacional auxiliar dispone que se componga de todos los ciudadanos comprendidos entre los 40 a los 50 años cumplidos. Tiene como misión guarnecer su propia provincia, cuando se ausente la guardia nacional activa. Deben realizar entrenamientos cada dos años en las cabeceras cantonales.
11.   Tomado del periódico oficial “El Nacional” de la época.
La guardia nacional pasiva por su parte, estará compuesta de todos los ciudadanos comprendidos entre los 50 y 60 años. Harán las guarniciones necesarias dentro de su provincia cuando no esté la auxiliar.
Los cuerpos de Infantería y Caballería serán ligeros y de línea. Se formarán dos compañías de Artillería pertenecientes a la guardia nacional activa en la capital y dos en Guayaquil.
Cada batallón constará de seis compañías y cada escuadrón de una. El número de soldados será proporcional a la población de cada provincia.
Los guardias nacionales que faltaren a los entrenamientos serán castigados con 24 horas de arresto y por reincidencia hasta por cuatro veces consecutivas, serán destinados al ejército.
Establece que el ejército será reemplazado por quintas partes en cinco años sucesivos, contados después de un año de promulgada la ley.
Por su parte, el Vicepresidente de la República, encargado del poder ejecutivo, con fecha 21 de abril de 1861, considerando que conviene a la defensa y seguridad de la nación, encarga mediante decreto a Gabriel García Moreno, del mando en persona de la fuerza armada de mar y tierra y le faculta para hacer en ella todos los arreglos convenientes, en cuanto a su organización y disciplina.
La Ley Orgánica Militar fue el nuevo reto de la Convención Nacional en su afán de modernizar las fuerzas armadas. En su capítulo primero, al tratar de la fuerza armada dice:
“La fuerza armada se divide en terrestre y marítima. La fuerza terrestre se dividirá en ejército permanente y en guardia nacional. En el caso de la marina y de la guardia nacional se organizarán por leyes especiales”.
En el capítulo tercero, al hablar de los comandantes generales dice:
“Habrá un comandante general en cada una de las capitales de Quito, Guayaquil y Cuenca, para que cumpla las órdenes del poder ejecutivo, defienda en caso necesario las provincias que se le confían y mantenga el orden interior bajo su responsabilidad”.
En el capítulo quinto, al hablar de los comandantes militares señala:
“En las capitales de provincia puede haber comandantes militares de la clase de coroneles, tenientes coroneles o sargentos mayores efectivos a voluntad del poder ejecutivo, y tendrán un ayudante para que les acompañe y comunique sus órdenes verbales. No habrán comandantes militares donde residan los comandantes generales, excepto en Guayaquil que podrá serlo el mayor de marina. Serán fiscales de las causas criminales conforme a la ley, e impondrán las penas correccionales para las que están facultados por las ordenanzas los gobernadores de plaza”.
En el capítulo sexto al hablar de los cuerpos de ejército:
“El ejército se compone de Infantería, Caballería, Artillería e Ingenieros. La Infantería se organizará por batallones, la Caballería y Artillería por regimientos y los Ingenieros por batallones de zapadores y de artesanos”.
“Cada batallón constará de seis compañías y cada una de estas será mandada por un capitán, un teniente y dos subtenientes, y tendrán un sargento 1º, cuatro segundos, cuatro cabos primeros, cuatro segundos, un furriel, dos cornetas y sesenta y dos soldados. La plana mayor se compondrá de un coronel o teniente coronel, que será el primer jefe; de un teniente coronel o sargento mayor efectivo, que será el segundo y correrá con el detall; de un ayudante mayor de la clase de capitán graduado o efectivo, de un segundo ayudante de la clase de teniente; de un abanderado subteniente; de un cirujano, de un capellán, de un director de música con el sueldo de capitán, de un sargento 1º de corneta mayor, de un sargento brigada, de un tambor de órdenes y de treinta y dos músicos”.
“Cada regimiento de Caballería constará de tres escuadrones compañías, y cada uno de estos estará mandado por un capitán, un teniente y dos alféreces; y tendrá un sargento 1º, tres segundos, cuatro cabos primeros, cuatro segundos, un cabo furriel, cuatro clarines y cuarenta y nueve soldados. La plana mayor se compondrá de un coronel que será el primer jefe; de un teniente coronel que será el segundo jefe y correrá con la instrucción; de un sargento mayor que será el tercero y llevará el detall; de un ayudante mayor de la clase de capitán efectivo o graduado, de un alférez porta estandarte, de un cirujano, de un capellán, de un sargento 1º clarín mayor y de otro sargento 1º mariscal.”
“Cada regimiento de Artillería se compondrá de una brigada de plaza y de otra maniobrera. La brigada de plaza se compondrá de cuatro baterías de a pie, y la maniobrera constará de dos baterías de montaña de a lomo y una de a caballo. Las baterías de a pie y de a lomo tendrán el mismo personal que las compañías de Infantería, y las baterías de a caballo, el mismo personal que los escuadrones compañías. La plana mayor del regimiento se compondrá de un coronel, de un profesor de matemáticas, con el sueldo de capitán, de un profesor de dibujo, con el sueldo de teniente y de un ayudante mayor encargado del detall. La plana mayor de las brigadas constará de un teniente coronel primer jefe, de un  mayor segundo jefe encargado del detall, de un teniente ayudante, de un cirujano, de un capellán, de un sargento brigada, de otro tambor o trompeta mayor, y además en las de a caballo y de a lomo de otro mariscal. La banda de la brigada maniobrera será montada y usará clarines”.
“Los batallones de zapadores y de artesanos tendrán la misma organización y fuerza que los de Infantería.”
“Una ley o decreto particular, expedido en cada periodo legislativo, fijará el  número de cuerpos que deben formar el ejército permanente y la fuerza a que debe reducirse en tiempos de paz. No habrá cuerpos privilegiados, y cada uno formará según su antigüedad; más en caso de concurrir las cuatro armas, los cuerpos de ingenieros tendrán la preferencia y con especialidad los zapadores, seguirá la Artillería, a esta la Infantería y la Caballería formará a retaguardia.”
En el capítulo séptimo  se habla sobre el armamento y vestuario:
“Los cañones de plaza y los de batalla se fundirán en la república o se pedirán al exterior de la mejor fábrica, prefiriendo los rayados a los que no son. Los cañones de a lomo no rebajarán del calibre de a doce.”
“Los batallones estarán armados de rifles. Cada soldado de los regimientos de Caballería llevará una coraza, y estará armado de una espada larga, de una lanza de tres varas y de una pistola de cinco o de seis tiros. Los soldados de Artillería estarán armados de carabina y sable corto. El vestuario de las diferentes armas será detallado por el poder ejecutivo en un reglamento especial.”
En el capítulo octavo sobre ascensos:
“Se suprime el empleo de General en Jefe y no podrá ser conferido a otro militar después de los días del que lo ejerce actualmente (esto a propósito del nombramiento de Comandante en Jefe realizado al Presidente de la República). También se suprime el empleo de general de división.”
En el capítulo decimo cuarto de las penas correccionales:
“Se prohíben las destituciones, azotes y palos arbitrarios, contra las clases de tropa y los simples soldados; solo se permite que los cabos de cuadra usen de la vara que les concede la ordenanza. Los castigos correccionales para las clases de tropa se limitan a simples arrestos, cepo de campaña y trabajo corporal dentro del cuartel o en el campamento. También se pueden extender o redoblar las fatigas y a medio ayuno diario, privando al culpable del rancho de la mañana”
En las disposiciones generales:
“El poder ejecutivo podrá nombrar un comandante general de marina para Guayaquil, cuando lo estimare necesario. Habrá una escuela militar en la capital y en ella estudiarán todas las armas.” (12)
Esta ley fue expedida el 27 de abril de 1861. En  el artículo 20 es la primera vez que se habla de la Ingeniería como arma y constituye una gran diferencia con la ley orgánica emitida el 22 de noviembre de 1855. A pesar de constar la Ingeniería en esta ley, recién en 1902 se concretará su nacimiento como tal.
12.   Tomado del periódico oficial “El Nacional”
Sin lugar a dudas, la Artillería era el arma mejor dotada en armamento y en personal; por esa razón, sin duda,  con fecha 7 de junio de 1861 se promulga el decreto por el cual se establece en la  capital de la república una escuela regimental de Artillería. Se pone especial énfasis a su formación académica, disponiendo que la enseñanza durará cuatro años y medio, en los cuales se dictarán nueve cursos, uno en cada semestre, contraídos a las materias siguientes: tratado elemental de artillería, gramática castellana, geografía, aritmética, algebra, geometría rectilínea y esférica, geometría practica e industrial, series, geometría analítica de dos y tres dimensiones, geometría descriptiva con aplicación al corte de madera y piedras, elementos de cálculo diferencial e integral, estática, dinámica, principios de hidrostática e hidrodinámica, elementos de química aplicada a la artillería, mecánica aplicada, traducción del francés, inglés y alemán, sombras y perspectiva lineal, artillería, fortificación permanente y de campaña, elementos de esgrima y de literatura. El currículo de la escuela es muy similar al que en 1936 regiría para la Escuela de Artillería e Ingeniería, al momento de su fusión con la Escuela de Oficiales Ingenieros.
El 17 de junio de 1861, mediante decreto ejecutivo se nombra como Ministro de Guerra y Marina al coronel Daniel Salvador.
Los problemas políticos internos de Colombia, resultado de las luchas entre liberales y conservadores, y el resentimiento del gobierno nacional al haber sido negado el auxilio de Colombia para sacar a Castilla de Guayaquil, arrastró al Ecuador a dos contiendas bélicas: la primera por haber negado el pedido de Colombia de no dar paso a los partidarios del general Tomás Cipriano Mosquera, gobernador del Cauca, asediados por las tropas gobiernistas del general Julio Arboleda, lo cual trajo como consecuencia la violación del territorio nacional por  parte de las fuerzas colombianas, en su empeño de perseguir a Mosquera, hiriendo gravemente al jefe de la guarnición fronteriza ecuatoriana, el comandante Vicente Fierro. El suceso se dio en Taya, el 19 de junio de 1862.
El jefe civil y militar de las provincias del Sur de Colombia contesta y niega  al presidente ecuatoriano, el contenido de un oficio dirigido con fecha 23 de junio de 1862, en el cual se pedía que al termino de cuarenta y ocho horas, se dé  satisfacción cumplida por el acontecimiento en contra del comandante Fierro, la destitución inmediata del comandante de las fuerzas de Arboleda, coronel Erazo, la entrega del mayor Matías Rosero acusado de inferir las heridas a Fierro, para que se le juzgue en Ecuador.
Arboleda se puso al frente de sus tropas el 27 de junio de este año, y en la noche del 30 pasó el límite fronterizo y se situó en las alturas de Tulcán, incomunicándole del resto del país. El 6 de julio el Presidente nombra al Ministro de Guerra y Marina, coronel Daniel Salvador, como comandante en jefe de operaciones de la línea del Norte.
El Presidente que materialmente había quedado preso de las fuerzas colombianas en la noche del 30 de junio, ordenó romper el cerco y en una desigual lucha fue derrotado por Arboleda. El 31 de julio el mandatario colombiano obtenía la rendición  de su par ecuatoriano, celebrándose un tratado que lleva el nombre de Tulcán.
Un convenio secreto fue firmado luego de los acontecimientos bélicos con Colombia, contenía un comprometimiento de honor de García Moreno de entregar armas, municiones, equipo, ropa y dinero a Arboleda: cuatro mil fusiles, doscientos mil cartuchos, cuatrocientos mil fulminantes, dos mil uniformes, cien quintales de nitro y cien mil pesos a razón de seis mil mensuales. El convenio no se llegó a efectuar.
Las fuerzas ecuatorianas que combatieron en Tulcán con las granadinas fueron los batallones “Primero” y “Segundo” de la guardia nacional de Imbabura, 100 hombres de Artillería y otros 100 de Infantería ligera; en total 1.000 hombres. Arboleda tenía 3.500 hombres repartidos entre los batallones “Primero”, “Segundo” y “Tercero” de Pasto, “Laguna”, “Tambo”, “Pamplona”, “Cundinamarca”, “India” y “Corena”; el “Primero” y “Segundo” de línea, la guardia de honor y 100 hombres más de Caballería.
Terminado el incidente con Colombia que no trajo consecuencias de orden  territorial, la atención del gobierno se concentra en enfrentar los brotes conspirativos en contra de su mandato, provenientes de sus enemigos políticos radicados en el Perú, especialmente del general Urbina; por esta razón, el Presidente en consideración a:
“1º Que de los puertos de Perú ha zarpado recientemente, en un vapor con bandera chilena, una expedición de forajidos para venir a perturbar la paz de que disfruta el Ecuador, y a la sombra de la cual ha hecho en corto tiempo progresos considerables.
2º Que los hombres que componen la expedición y los de cualquier modo lo favorezcan, se encuentran fuera del derecho de las naciones, y no pueden considerarse como beligerantes legítimos en el mero hecho de traer la guerra sin representar a potencia alguna.” (13)
Emite un decreto ejecutivo, con fecha 12 de octubre de 1862, en los siguientes términos:
“Art. 1º Son piratas todos los individuos de que consta la expedición enunciada, así como todos los que en cualquier manera la favorezcan; y en consecuencia serán juzgados militarmente en juicio verbal por el Consejo de Guerra ordinario, y castigados conforme al código penal, con pena de muerte.
Art. 2º Cualquier buque de guerra extranjero está autorizado para perseguir, apresar y destruir aún en las aguas ecuatorianas, los buques de que se compone la expedición expresada.” (14)
13.   Tomado del periódico oficial “El Nacional” de la época.
14.   idem
Paralelamente, se prepara  para actuar en caso de producirse la anunciada invasión de Urbina, mediante la emisión de un nuevo decreto ejecutivo, organizando a las fuerzas armadas y guardia nacional de la siguiente manera:
La división de operaciones en la costa se compondrá de los batallones número 1, número 2, “Babahoyo” y “Milagro”; de los regimientos de lanceros números 1º y 3º; de la brigada de Artillería y de los cuerpos de guardia nacional de las provincias litorales.
La división de reserva en el interior constará de los batallones de veteranos número 3º, 4º y 6º; del regimiento de lanceros número 2º, y de los cuerpos de la guardia nacional movilizada o que se movilice en las provincias interiores.
El 28 de enero de 1863, el Congreso peruano resolvió: “Art. 1º.- Se desaprueba el tratado de paz, amistad y alianza celebrado a nombre del gobierno del Perú y el departamento del Guayas, en la ciudad de Guayaquil, el 25 de enero de 1860”. (15) El acontecimiento principal por el cual se instaló un gobierno provisional, del cual formó parte Gabriel García Moreno, había llegado a su fin, luego de cuatro años, durante los cuales, la convención nacional del Ecuador, había insistido permanentemente en su nulidad.
El 4 de mayo de 1863 se expide el decreto ejecutivo mediante el cual se norma el uso de los uniformes militares: predomina el color azul en las casacas de paño y cada arma se diferencia en el pantalón, a través de tiras de color rojo para la Artillería, azul para la Infantería y encarnado para la Caballería. Sigue predominando el estilo francés en los uniformes del ejército.
El contenido del tratado de Tulcán molestó al general Mosquera, jefe de los revolucionarios colombianos, quien prometió vengarse de García Moreno y y del general Arboleda. Efectivamente, Mosquera, auto titulado como redentor de los ecuatorianos, enfiló sus críticas al concordato firmado entre Ecuador y el Vaticano, contra los jesuitas defendidos por García Moreno, contra la iglesia, contra los obispos y el Papa; además, se convirtió en protector de Urbina y apoyó cualquier revolución en contra del gobierno ecuatoriano. Mosquera llegó a ser dueño de Colombia luego del asesinato de Arboleda en Berruecos. Se permitió además presentar un proyecto para exigir al Ecuador su reincorporación a la Gran Colombia, la cual iba a ser reconstruida según este general que se hacía llamar hijo de Bolívar.
La negativa de Ecuador a sumarse a los requerimientos de Tomás Mosquera, y la abierta oposición al gobierno de García Moreno,  da inicio a lo que sería un segundo conflicto bélico con el vecino país. El Consejo de Gobierno autorizó al poder ejecutivo a declarar la guerra a Colombia.
15.   Tomado del periódico oficial “El Nacional” de la época
El 22 de noviembre de 1863, Juan José Flores fue designado general en jefe, y al mando de  ocho mil hombres que conformaban cuatro divisiones penetró en territorio colombiano.
La declaratoria de guerra originó una acelerada preparación de medios en la marina, para apoyar al ejército. Partieron de Guayaquil el  24 de noviembre, rumbo a las costas occidentales, las goletas “Salado” y “Guayas”, más tres chatas armadas en guerra y dos embarcaciones para transporte. Llevaban 12 cañones y 300 hombres de desembarco al mando del coronel Veintimilla. La goleta “Guayas” cuyo nombre inicial era “Clorinda María”, fue comprada por el gobierno en 7.000 pesos. A esta flotilla se unió en Esmeraldas la goleta mercante “Flor de Avante”, a la que pusieron dos cañones. De esta forma llegaron a La Tola (frente a Esmeraldas) en donde reclutaron 150 personas más. Con este personal y armamento pusieron rumbo a Tumaco, en donde tuvo lugar una acción sorpresiva y exitosa que determinó la toma de la plaza de esta localidad el 8 de diciembre de 1863.
 El 6 de diciembre se libró el combate de Cuaspud. Nuestras fuerzas fueron derrotadas, a pesar del coraje del que Flores a la vanguardia hizo gala, pues su ejército, si numeroso, había sido apresuradamente reclutado, el problema de los abastecimientos tratado con mucho descuido, y las posiciones mal escogidas. La astucia con que obró Mosquera, al atraer a unos pantanos ocultos a las fuerzas de Flores,  determino la destrucción de  la caballería ecuatoriana, que según el propio caudillo colombiano, era admirable y el arma en la cual Flores tenía más experiencia.
El general Flores llevaba como segundo jefe al general Manuel Tomás Maldonado y como jefes de cuerpo a los que habían ganado crédito y reputación tres años antes en la batalla de Guayaquil. Mosquera dejó seguir al coronel Conde, que pasó el Guaitara y se apoderó de la ciudad de Pasto, más, bastante audaz, descendió a la llanura, donde se levanta una pequeña eminencia, llamada Cuaspud.
El general Flores no se apercibió de ese movimiento, ni tomó las medidas convenientes para evitar que el enemigo se apoderara de esa eminencia. Mosquera aprovechó de ese descuido y el 6 de diciembre de 1863, ocupó el cerro y mandó hacer fuego sobre las tropas que acampaban cerca de ese sitio. El coronel  Manuel Espinosa que mandaba uno de los mejores batallones marchó en el acto contra las tropas colombianas y cayó muerto al pie de Cuaspud. Otro tanto le aconteció al capitán Veintimilla, de Caballería, que iba en apoyo de los infantes, guiado por Espinosa. La muerte de estos comandantes introdujo el pánico en el ejército ecuatoriano y, a pesar de los esfuerzos hechos por el general Maldonado, las tropas se desbandaron y tomaron el camino de la frontera.
Cuaspud fue una desastrosa acción militar frente a Colombia; el gobierno colombiano dirá que más de 300 jefes  y 3000 individuos de tropa quedaron prisioneros, a más de un parque compuesto por 3.500 fusiles, todo su tren de artillería, municiones, bagajes y equipos.
Mosquera llegó hasta Ibarra en donde se detuvo ante la reacción de la población. Los contendientes se reunieron en la hacienda de Pinsaqui  y firmaron un nuevo tratado de paz entre los pueblos, el 31 de diciembre de ese año. Tampoco esta acción bélica tuvo consecuencias de tipo territorial.
Durante los enfrentamientos que tuvo el Ecuador con la Nueva Granada (Cuaspud y Tulcán), el gobierno peruano destacó algunos refuerzos a la frontera norte. En la presidencia del Perú se encontraba el general Miguel San Román, quien trataba con este refuerzo, prevenir la remota posibilidad que el conflicto desatado entre los dos gobiernos pudiera llegar hasta el Perú; evitar que los exiliados ecuatorianos en el Perú, enemigos de García Moreno, pudieran intentar aprovechar la oportunidad para atacar territorio ecuatoriano. Así se informaba al general Flores desde Lima en abril de 1863: “El gobierno del Perú ha estacionado en los pueblos fronterizos con el Ecuador, tres batallones y dos regimientos, con el nombre de ejército de observación. Los sucesos con Mosquera han servido de pretexto para desprender aquellas tropas de la influencia de Castilla”.
Para el 12 de marzo de 1864 y luego de terminado el conflicto con Colombia, la tripulación de la goleta “Salado” quedaba reducida a un teniente de fragata, dos alférez de navío, un guardia marina, dos contramaestres, dos cocineros, cinco marinos contratados y cinco soldados. De igual manera, se dispuso la supresión de la mayoría de marina.El poco interés por los asuntos del mar fue la tónica durante este primer periodo garciano.
Dadas las condiciones en las cuales García Moreno llegó a la presidencia, y la permanente amenaza desde el Perú por parte de sus opositores Urbina y Franco, se origina en el país un servicio de espionaje interno, de pesquisa política, calificada por Benjamín Carrión, como “una de las más siniestras instituciones garcianas”.
El 14 de abril de 1864, la armada española se apoderó de las islas de Chincha, que a esa época representaba la mayor fuente de riqueza del Perú. El Ecuador acordó la neutralidad en el conflicto. Perú protestó por dicha neutralidad.
El 5 de junio de 1864 se dan los primeros movimientos comandados por Eloy Alfaro,  toma preso al gobernador de Manabí,  teniente coronel Francisco J Salazar, quien en forma rápida recupera su mando. A poco Eloy Alfaro tuvo que huir a Panamá.
Al producirse la invasión del general Urbina, el Gobierno compró el vapor “Anne” de propiedad inglesa, el 8 de septiembre de 1864; se procedió a armarlo y equiparlo y se le dio el nombre de vapor de guerra “Guayas”. A más  de estos dos buques, se incorporó el vapor “Smyrk”, el vapor “Washington” y el bergantín “General Sucre”.
La conformación de estas apuradas marinas de guerra, eran muy costosas para el erario nacional. La falta de personal técnico comprometía el manejo de los buques, razón por la cual, se procedía a contratar personal extranjero. El 21 de septiembre se hicieron a la mar para iniciar la campaña destinada a impedir que Urbina continúe con su invasión desde Machala y Santa Rosa, procedente del Perú. La campaña dirigida por Flores culminó con la derrota de las fuerzas comandadas por Urbina y Franco, y la muerte del general Flores a bordo del “Smyrk” en las aguas de Jambelí, debido a su delicado estado de salud, el 1 de octubre de 1864.
Finalizado el conflicto provocado por Urbina, el gobierno dispuso el desmantelamiento de los buques armados en guerra y se ordenó la venta de la goleta “Salado”. El vapor “Guayas” quedaría como único sobreviviente, junto con personal exclusivamente necesario.
En ese mismo año, el general Tomás Maldonado acaudilló la conspiración que pretendía aparentemente asesinar a García Moreno. Fue fusilado en la plaza de Santo Domingo. El general nunca fue parte de la conspiración.
A consecuencia de estos episodios, a la cual se sumaba la oposición a la reforma educativa y  libertad de  conciencia religiosa, el presidente presentó su renuncia ante el Congreso extraordinario, el 18 de marzo de 1864,  misma que fue negada por las dos terceras partes del Congreso. La actitud del presidente dio paso a importantes reformas desde el Congreso Nacional, entre ellas: acceder al restablecimiento de los consejos verbales a fin de moralizar a guardias civiles y  tropas, que sancionadas de inmediato verían reducidas las posibilidades de abuso o de infidelidad a sus propias funciones; devolver al presidente la facultad de indultar a los encausados ordinarios, políticos o militares, con lo cual el poder ejecutivo recuperaba una función de la que se le había privado. Los legisladores dieron paso al establecimiento de un sistema educativo moderno.
En 1865 se produce un segundo intento del general  Urbina por tomar el mando de la República, acercándose desde Perú con una dotación de hombres y vituallas mucho más preparadas para esta acción.
Para contrarrestar estas actividades revolucionarias, se movilizan en el vapor “Guayas” dos compañías del batallón numero 1º, para reforzar la guarnición de la costa oriental, y una brigada de Artillería para guarnecer el buque. Las compañías debían desembarcar en Santa Rosa y Machala respectivamente.
Como comandante general del distrito de Guayaquil se encontraba el coronel Secundino Darquea; al mando de la marina, como mayor general, el capitán de navío Agustín Oramas. El 31 de mayo de 1865 fue tomado el vapor “Washington” por personal armado al mando del comandante José Marcos Tejada, por disposición del general José María Urbina. A la medianoche asaltaron al vapor “Guayas”, asesinando a su capitán, para posteriormente poner rumbo a Paita y finalmente a Tumbes, a fin de embarcar a los complotados comandados por el general Urbina y acompañado de los generales  Franco y Robles, con dirección a Santa Rosa, en donde se le daría el mando de este personal  al segundo de los nombrados. Se conoció posteriormente que nunca llegó a Paita el vapor “Guayas” y que los revoltosos llegaron en otro vapor a reunirse con el personal en Machala.
A propósito de la toma de la goleta “Guayas”, el gobierno mediante carta de 7 de agosto de 1865 comunica al gobierno argentino, sobre la decisión de Ecuador de retirar el exequátur al Sr. Juan Antonio Gutiérrez, cónsul de Argentina, por participar en la conspiración contra el gobierno.
El 10 de junio se decreta el estado de guerra, se nombra a García Moreno como jefe del ejército en campaña y se declara pirática la invasión. El 19 de junio llega a Guayaquil el buque “Talca”, vapor mercante de la real compañía inglesa de vapores. García Moreno ordenó su embargo inmediato ante la negativa de venta o arriendo.
Para enfrentar a Urbina se organizó además un cuerpo de milicias de doscientas plazas en Guayaquil, acuartelando al batallón “Guayas” y poniendo en condiciones de disparar a las baterías de Saraguro, La Planchada, El Telégrafo, los cañones del malecón y los reductos de la sabana. El 17 de junio Urbina lanzó su ataque sobre Santa Rosa, derrotando a las fuerzas del gobierno y ordenó a Franco la toma de Machala, lo cual sucedió sin dificultad.
García Moreno emitió tres decretos, declarando piratas a los que asaltaron el “Guayas”, declaró al ejército en campaña y encargó el poder al Vicepresidente, a fin de trasladarse a Guayaquil y conducir la campaña. En la Vicepresidencia estaba Rafael Carvajal y como Ministro de Guerra y Marina, Manuel de Ascásubi.
El 25 de junio el “Talca” estaba listo, con cuatro cañones y la tropa a bordo. A él se unió el “Smyrk” con dos cañones. Se conforma la fuerza de mar y tierra al mando de García Moreno, un estado mayor al mando del capitán de navío Juan Uraga,  una brigada de artillería, el batallón “Guayas”, el primer regimiento de lanceros, y un cuerpo de marina. El total de personal fue de 307. Es quizá la primera vez que asoma en el país un intento por armar una operación conjunta.
Las fuerzas de Urbina disponían del vapor de guerra “Guayas”, el vapor “Washington”, el vapor “Bernardino” y dos bajeles a vela.
El 26 de junio levaron anclas las fuerzas del gobierno, con un total aproximado  de 50 hombres embarcados. En desigual combate, arrasaron con los urbinistas. El vapor “Guayas” se hundía. Fueron tomados prisioneros 45 personas de las cuales 27 fueron pasadas por las armas, a diferentes horas y sin un debido proceso. Los buques “Washington” y “Bernardino” fueron incorporados al activo nacional en la marina, como trofeos de guerra.
El urbinismo fue sin la menor duda, la fuerza opositora más importante que tuvo el régimen de Gabriel García Moreno a lo largo de los quince años que este político  de la derecha controló el poder. En su nombre, las fuerzas armadas; esto es, la incipiente marina de guerra y el ejército fueron declarados en campaña y movilizados sus tropas, a costos muy altos en vidas humanas y en recursos económicos, con el fin de poner fin a las revoluciones iniciadas desde el Perú.
Una vez que el presidente García Moreno culminó su primer mandato, comprendido entre 1861 y 1865, acató con resignación la necesaria alternabilidad en el poder que la democracia exige.
JERONIMO CARRION Y JAVIER ESPINOZA EN LA PRESIDENCIA
El 7 de septiembre de 1865 Jerónimo Carrión asume la Presidencia de la República. Se nombró al general Ignacio de Veintemilla como Ministro de Guerra y Marina, en reemplazo del coronel Francisco Javier Salazar. La marina de guerra casi había desparecido; no había buques y la mayoría de marina estaba suprimida.
En noviembre de este año, el Senado y Cámara de Diputados decretan que para el próximo bienio el número de efectivos para la marina será de 1.500 personas; de igual manera, la guardia nacional es objeto de reformas para su mejor funcionamiento.
El 30 de enero de 1866 el Ecuador forma parte de la alianza ofensiva y defensiva celebrada por Perú y Chile, con motivo de la guerra contra España y se declara el Ecuador beligerante; se dispone la prohibición de que acoderen o salgan buques españoles hacia o desde los puertos ecuatorianos.
El protocolo se firma el 30 de enero de 1866, participan en él, Manuel Bastamente, ministro de relaciones exteriores de Ecuador, José Luis Quiñones ministro plenipotenciario del Perú y José Nicolás Hurtado, encargado de negocios de Chile, con el objeto de realizar la unión y alianza de sus respectivos gobiernos para la guerra contra España. Este convenio se publica en el periódico oficial del 6 de febrero de 1866. Previamente, el 5 de diciembre de 1865 se había firmado un tratado de alianza ofensiva y defensiva entre el Perú y Chile. En Perú estaba como jefe supremo, Mariano Ignacio Prado.
El 27 de febrero de 1866 el Presidente declara el estado de guerra contra España. El 2 de marzo, “Hallándose amenazada la Independencia de las repúblicas sudamericanas por la injusta invasión proyectada por el gabinete español, y encontrándose el gobierno en el deber de dictar providencias que aseguren el orden e independencia del estado”, se decreta:
“Art. 1º. Se declara al ejército de la República en campaña, y los comandantes generales de los distritos de Quito, Guayaquil y Azuay, ordenarán que los cuerpos estacionados en cada uno de ellos hagan el servicio como se previene en el tratado 7º de las ordenanzas generales del ejército.

Art. 2º. Los reos de delitos de deserción y de los demás detallados en el art. 1º  del decreto legislativo de 28 de abril de 1864, serán juzgados en juicio verbal y castigados con arreglo al citado decreto.”(16)
En forma inmediata se ordenó la fortificación de Guayaquil y se dispuso la remisión desde el parque de Guayaquil a Esmeraldas, de 100 fusiles de chispa, cuatrocientas piedras y quinientos paquetes embalados.
En la marina, el único buque que existía era el “Jambelí”, antiguo “Bernardino”.
Se propuso que los gastos de la fortificación de Guayaquil sean divididos entre Ecuador, Perú y Chile. De acuerdo a lo acordado el Perú puso a disposición del Ecuador, mil rifles, algunos cañones y 50.000 soles, y solicitó a Santiago que proveyese su transporte, a más de entregar tres cañones de 100 y dos de 30. A Guayaquil llegó una delegación de oficiales peruanos, en los cuales se incluía técnicos e ingenieros militares para apoyar la fortificación y la fabricación de torpedos. Resultado de estas disposiciones, se procedió a levantar fortificaciones en Santa Elena, Sono y Segal, la entrada al puerto de Guayaquil, Punta Gorda y Santay; se instalaron baterías de Artillería en la Planchada, Las Cruces y Saraguro, colocándose además, líneas de torpedos. Desde la gobernación del Guayas se decretó el llamado obligatorio a todos los ciudadanos de 16 a 50 años y la obligación de presentarse todos los oficiales y tropa retirados o en goce de licencia absoluta, y al cuerpo de bomberos.
Dentro del plan de fortificaciones elaborado, se procedió a hundir al vapor “Jambelí” en el canal de acceso a Guayaquil, se hundió al bergantín “Angel” y se estableció una línea de torpedos, con el fin de hacer imposible el acceso de buques españoles.
A esta fecha, el coronel Julio Sáenz se desempeñaba como Ministro de Guerra y Marina, en reemplazo del general Veintemilla que nombrado inspector del ejército, ejercía su cargo desde Guayaquil, durante este conflicto.
El 20 de agosto de 1866 el gobierno dispone mediante decreto ejecutivo, que los súbditos de España que se encuentren en el Ecuador, deberán abandonar el país en un plazo de 50 días.
En carta de 28  de septiembre, remitida por el Ministro Plenipotenciario de Chile a su par del Ecuador, se hace conocer que el  Presidente Jerónimo Carrión ha sido nombrado general de división del ejército de Chile. Igual honor recibieron los presidentes de Bolivia y Perú por la participación de sus naciones en la guerra contra España.
La emergencia de la guerra contra España duró hasta julio de 1869, fecha en la cual el Ministro de Guerra y Marina, coronel Francisco J. Salazar dispuso entregue al jefe de la comisión militar del Perú, bajo inventario, los cañones y mas artículos de guerra que trajeron para la defensa de la plaza de Guayaquil, cuidando que no se confundan con los venidos desde Chile.
16.   Tomado del periódico oficial “El Nacional” de la época.
El 5 de noviembre de  1867 presenta la renuncia don Jerónimo Carrión, asume el mando del país Pedro José Arteta y convoca a elecciones.
El 29 de noviembre de 1867 se publica en el periódico oficial “El Nacional”, el decreto  del Senado y Cámara de Diputados, disponiendo la reapertura de la Escuela Náutica. Esta reapertura, en la práctica nunca se dio. Al permanecer cerrada, la goleta se convirtió de alguna manera en el centro de entrenamiento para futuros marinos. Ningún establecimiento de educación técnica habrá de atravesar jamás por clausuras y reaperturas tan sucesivas, hasta desaparecer definitivamente. Se llamó escuela náutica, otras veces escuela naval, curso extraordinario de aspirantes marinos, escuela de especialistas en minas y torpedos; otras en fin, curso de cadetes ingenieros navales, hasta la última clausura del 23 de noviembre de 1916, cuando se llamaba Escuela de Ingenieros de la Armada.
Por decisión del alto mando, el vapor “Washington” cambia su nombre al de vapor “General Bolívar”, luego de su incendio y recuperación posterior. Se dicta el primer reglamento  de Cuenta y Razón de los parques militares.
El 20 de enero de 1868, Javier Espinoza se posesiona como Presidente del Ecuador, luego de su triunfo electoral. En su gobierno se produce el terremoto de Ibarra, el 15 de agosto de 1868. Las tropas del ejército al mando del coronel Francisco Javier Salazar, delinea la nueva ciudad de Ibarra, bajo la atenta mirada de García Moreno nombrado gobernador de la provincia. La participación del ejército se constituye en lo que hoy se denomina apoyo al desarrollo del país.
GARCIA MORENO COMO PRESIDENTE INTERINO.-
La noche del  16 de enero de 1869, García Moreno apoyado por el comandante general del distrito de Guayaquil y el coronel Francisco Salazar, dan un golpe de Estado y se hace reconocer como jefe supremo. A día seguido, los vecinos de Quito acuerdan que, “desde esta fecha cesa el actual gobierno en el ejercicio de su autoridad, y se encarga el mando de la República, en calidad de Presidente interino, al señor doctor Gabriel García Moreno y como Vicepresidente interino al coronel Manuel de Ascásubi”. El pronunciamiento popular es editado en “El Nacional” el 29 del mismo mes; asimismo, se publica la arenga de García Moreno al país. Se nombra como Ministro de Guerra y Marina al coronel Francisco Javier Salazar.
El 21 de enero se decreta  estado de sitio en  la ciudad de Guayaquil.- Se convoca a la reunión de la Convención Nacional para el 16 de mayo de 1869.
El 2 de abril de 1869, Gabriel García Moreno en su calidad de Presidente interino, decreta el establecimiento provisional de la escuela práctica de cadetes, hasta que se instale un colegio militar. En esta escuela se enseñará lo necesario para el desempeño de los empleos de subteniente y teniente de compañía, abanderado, portaestandarte y ayudante de cuerpo.
El 16 de mayo se reúne la Convención Nacional, la cual entre otras cosas conoce y acepta la renuncia de García Moreno como Presidente interino. Se nombra como encargado del poder ejecutivo al Vicepresidente Manuel de  Ascásubi, quien posesiona a García Moreno como Ministro de Hacienda.
La octava Asamblea Constituyente duró 104 días y estuvo conformada por 30 miembros; entre ellos, dos generales y un teniente coronel. Entre otras actividades importantes, se decretó la creación de la nueva escuela de cadetes, se constituyeron las guardias nacionales sobre nuevas bases. La Constitución nacida de esta asamblea, conocida como la Carta Negra, fue a criterio de algunos historiadores, una de las mejores cartas políticas estructuradas en el país. Se amplió el periodo de gobierno a seis años y se instituyó la reelección inmediata del mandatario. Se dispuso la pena de muerte para el delito político y a toda subversión se la equiparó como tal.
En la sesión de la Asamblea Nacional de 17 de mayo de 1869 se discutió largamente la proposición de nombrar a García Moreno, general en jefe de los ejércitos de la república, dado que de aprobarse dicho proyecto, “no se hacía otra cosa que sancionar la voluntad general de los ecuatorianos, quienes conocían que la providencia había creado al Sr.  García Moreno adornado de los más relevantes dotes militares, que por ellas gozaba de un ascendiente poderoso en el ejército y se había señalado en acciones de guerra de mar y tierra…..”(17)
La discusión se centró en la necesidad de tener tres sesiones separadas debido a “que el proyecto mismo era de grave trascendencia, pues entrañaba la derogatoria de la ley orgánica militar que no reconocía en la República el grado de general en jefe”.(18)
El decreto fue aprobado por la Asamblea el 19 del mismo mes. El 24 de mayo se procedió en la ceremonia por la Batalla del Pichincha a entregar el documento que acreditaba con ese grado.
En carta de septiembre 20 de 1871, el presidente le hace conocer al general Francisco J. Salazar su criterio respecto al nominativo dado al Presidente de la República como comandante en jefe del ejército: “Es invencible la antipatía que me causa el retumbante título de general en jefe. He mandado en jefe por necesidad echando sobre mis hombros, por patriotismo, una responsabilidad inmensa. No rehúso aceptarla otra vez cuando la salvación de la patria lo exija; pero la Constitución permite al jefe de estado tomar el mando del ejército en calidad de presidente sin requerir galones ni charreteras, y esto basta mientras sea yo presidente.
17.   Periodico oficial “El Nacional”
 Cuando deje el mando, cumplido el periodo constitucional, me será muy grato el servir como soldado voluntario en la guardia nacional activa, aunque mi edad me exonera de esa obligación, y creo que este ejemplo será más útil a la república que la conservación del título pomposo que aborrezco”.(18)
El 9 de junio de 1869 se dicta la nueva Constitución de la República. Se dividió en trece títulos y contenía 117 artículos, incluyendo un par de disposiciones transitorias. Además, en típico estilo garciano, incluía una frase al principio que decía: “En nombre de Dios, Uno y trino, autor, legislador y conservador del Universo”.
LA SEGUNDA PRESIDENCIA DE GARCIA MORENO.-
El 29 de julio de 1869 se realizó la sesión solemne de la Convención Nacional en la iglesia de la Compañía, en la cual se leyó la nueva Constitución y el decreto de su promulgación; asimismo, se procedió a elegir al nuevo Presidente Constitucional del Ecuador, votación que recayó en la figura de García Moreno, con 28 votos, uno a favor del general José María Guerrero y uno por el general Secundino Darquea.
Se nombra como Ministro de Guerra y Marina al general Secundino Darquea. Al general Francisco J. Salazar se le nombra como Ministro de Relaciones Exteriores y del Interior.
En acto seguido, el presidente se consolidó con el respaldo del ejército, a quien lo llamo  como el “baluarte del orden”. La misma Asamblea emite los decretos orientados a fortalecer a las fuerzas armadas y establecer su orgánico; en el primer caso, autoriza al ejecutivo la compra de uno o dos buques de guerra, debidamente equipados y artillados; y en el segundo caso, establece el pie de fuerza para el siguiente bienio constitucional, en los siguientes términos:
Tres batallones de Infantería compuestos de cuatrocientos ochenta plazas cada uno, en tiempos de paz, lo que significa mantener el número de unidades, aumentando ciento ochenta plazas respecto a la vigente desde 1861; además, incorpora por primera vez, un numérico de estas unidades para tiempos de guerra de a seiscientos hombres, incluidos sus clases, cornetas y músicos.
Respecto a la Caballería, aumenta un regimiento, pero disminuye el número de hombres a ciento veinte plazas cada uno, en tiempos de paz, y en el de guerra  a trescientos sesenta.
En la Artillería se pasa de un regimiento con 539 hombres, a una brigada con asiento en Guayaquil, compuesta de cuatro baterías con cuatrocientas plazas en tiempos de paz y cuatrocientas ochenta en tiempos de guerra.
18.   Salazar Alvarado Francisco: El general Francisco Javier Salazar Arboleda.- El Comercio. Quito
 El nombre de brigada no corresponde al que actualmente existe en  el ejército; además, crea una batería volante en el interior del país, con ciento cinco plazas en tiempos de paz, y de ciento veinte en el de guerra.
El 30 de agosto se decreta la Ley de  Guardias Nacionales, por parte de la Convención Nacional; los cambios importantes respecto de la vigente desde 1861 son los siguientes:
Se amplía en cinco años la permanencia de los ciudadanos en la guardia activa; es decir, el límite de edad pasa a ser 45 años; en la auxiliar hasta los 52 años y la pasiva permanece en los 60 años.
En otros artículos se dispone que no puedan pertenecer a la guardia nacional los diputados y senadores, los magistrados del poder ejecutivo y judicial, los ministros de Estado, empleados públicos, los eclesiásticos, entre otros.
En esta ley se considera a los niños; se dispone que desde que entrare a la escuela u oficio, hasta que cumpla diez y ocho años de edad, se alistará en la clase preparatoria para la milicia; asimismo, se ordena que en las escuelas primarias se ejerciten los niños en los giros y marchas.
Con fecha 18 de diciembre de 1869 se emite una circular a los gobernadores de las provincias, haciéndoles conocer de la revolución que ha estallado en Cuenca el 15 de diciembre, y los planes frustrados de conspiración y asesinato. Por tal razón dispone el Ministro del Interior, que se haga uso del artículo 61 de la Constitución y que las sentencias condenatorias deban ser primeramente puestas a consideración del poder ejecutivo.
Se acusa al doctor Marcos Espinel como principal autor del delito de conspiración y se le sindica para que asista al Consejo de Guerra verbal de oficiales generales. Otros implicados son: Manuel Ignacio Aguilar, Rafael y Jerónimo Torres, Joaquín Vega, Antonio Córdova, Tomás Ordoñez, Carlos Joaquín Córdova, José María Borrero, entre otros. El Consejo de Guerra sentenció a que sean pasados por las armas  Manuel Ignacio Aguilar, Cayetano Moreno y Vicente Heredia.
Como nota curiosa, en el Registro Oficial del 25 de mayo de 1870, se publica la disposición ministerial de hacer cumplir la orden mediante la cual, los militares tienen la obligación de pedir permiso al gobierno para poder contraer matrimonio. En la actualidad, el subteniente está obligado a pedir permiso al comandante de rama.
En los años setenta, la marina continúa en acefalia; dos bajeles fueron  armados en guerra: la “Guayaquileña” que sirvió hasta 1871 y el pailebot “Mercedes” que permaneció hasta 1878, año en el cual explota la santa bárbara del buque y desaparece. Los rumores de una posible guerra con Colombia son constantes; el periódico oficial se empeña en desvirtuarlos mediante artículos y boletines que asoman a lo largo del año 1870.
En carta de 21 de enero de 1871, al analizar el pedido de armar a la Artillería, el Presidente García Moreno le dice al general Francisco Salazar: “ Ciertos son los inconvenientes que usted señala en armar de fusiles a los artilleros; pero también es cierto que hay que atender a la naturaleza y necesidades del país, y que puede suceder con frecuencia que los artilleros por no tener cañones , tengan que hacer de infantes, caso en el cual les conviene más el fusil con bayoneta que el mosquetón. En los grandes y adelantados países de Europa la división del trabajo en la industria y en la guerra, es de mucha utilidad: en estos países conviene el contrato que el mismo individuo sea apto para muchas cosas, so pena de verse inutilizado con demasiada frecuencia. Sin embargo, no crea Ud., que lo dicho sea para mí un axioma: no afirmo una verdad evidente, discuto una cuestión de conveniencia, en la cual me conozco sin la experiencia suficiente”.(19)
En este mismo año el general Francisco Salazar elabora el manual “Táctica de Infantería” del cual toma debida nota el presidente y le pide que lo remita lo más pronto posible, a fin de distribuirlo en el ejército.
En abril de 1871 existe un informe militar presentado al Presidente de la República, según el cual, por disposición superior se “intimó su salida al capitán Faustino Rayo para esta capital (Quito), y se halla ya en este lugar, así como los individuos de escolta que comandaba este oficial; cuya conducta no ha sido tal como se informó al gobierno, y lo evidencia, sin duda, el oficio del R.P. Superior de las misiones entregado a V.E.”(20) El informe es de la misión cumplida en el Napo, con el objeto de analizar la conducta de este oficial.
El 29 de mayo de 1871 se publica en “El Nacional” la noticia sobre la reunión de la Convención de Armisticio compuesta por los representantes de Ecuador, Perú, Chile y Bolivia por una parte, y de España por otra, en presencia del Secretario de Estado de los Estados Unidos, la misma que acuerda los términos de una tregua indefinida, lo que virtualmente significa la terminación de la guerra de España con los cuatro países sud americanos.
El 4 de septiembre se remite a la Cámara de Diputados el proyecto de la Ley Orgánica Militar, para derogar la anterior expedida por la convención de 1861. La promulgación del Código Militar, elegantemente editado en Nueva York, en la imprenta Hallet y Breen en el año 1871, una vez que fuera aprobado por la Convención Nacional, el 5 de marzo de 1870, hacía indispensable  la reforma de la Ley Orgánica vigente; de igual manera, la creación del grado de general en jefe para el Presidente de la República, y el grado de general de división para Secundino Darquea.
El 27 de octubre se promulga la nueva Ley Orgánica Militar, entre sus cambios importantes se anotan los siguientes:
19.   Salazar Alvarado Francisco.-García Moreno y el general Salazar.- Editorial Ecuatoriana.- 1975
20.   Periódico Oficial “El Nacional” de la fecha.
Los batallones de infantería pasan a tener siete compañías en vez de seis. A la séptima compañía, que se llamará de depósito, se destinaran a los oficiales, sargentos, cabos y soldados que habiéndose inutilizado en el servicio, no tuvieren derecho a cedula de invalidez, para que sirvan de instructores de todos los reclutas que se dieren al cuerpo, pudiendo destinarse también a esta compañía a los inválidos que se hallen en capacidad de prestar este servicio.
 Los regimientos de Caballería constarán de dos escuadrones-compañías, en vez de las tres constantes en la anterior ley. En la Artillería se cambia el nombre de brigada maniobrera por brigada de campaña; se aumenta una batería de a lomo en la brigada de campaña. Se suprimen del orgánico los batallones de ingenieros; en realidad, en la práctica nunca existieron.
En cuanto a los ascensos de oficiales, por primera vez se dispone que los mismos se den por rigurosa antigüedad, por servicios distinguidos y por aptitudes para desempeñar el empleo que se obtiene. Se prohíbe otro ascenso que no sea el inmediato, según la escala establecida en el  Código Militar.
Los jefes y oficiales de milicias, hasta la clase de teniente coronel inclusive, que llamados al servicio se distinguieren por su valor, en una función de armas, pueden ser veteranizados por el poder ejecutivo, siempre que haya vacante en el ejército permanente; y los coroneles que igualmente se distinguieren, podrán ser propuestos al congreso para su veteranización.
En carta de 1 de mayo de 1872, el Presidente hace conocer al general Salazar, de la negativa del gobierno prusiano de vender los fusiles Chasepot. Anuncia la posibilidad de comprar dos o tres baterías de montaña, con el fin de poder armar un batallón de Artillería, compuesto de dos brigadas o medios batallones, que se alternarían entre el interior y Guayaquil, para que se acostumbren al manejo de cañones grandes y pequeños.
El 10 de agosto, en el informe al Congreso Nacional por parte del Presidente, en un año de tranquilidad en la política interna dice: “Pequeño como conviene a la República, pero leal, valiente y disciplinado como su seguridad lo exige, es nuestro ejército, digno de vuestra estimación y gratitud. Continuamos adquiriendo cada año las armas de precisión que necesitamos para armar y ejercitar la guardia nacional; y es ya indispensable cambiar nuestro antiguo y poco útil material de artillería de costa, para lo cual os serviréis señalar fondos suficientes”.(21)
El 20 de octubre, como es de costumbre cada dos años, el Congreso regula el orgánico de la institución con los siguientes cambios:
Los regimientos de Caballería rebajan de 360 a 180 plazas en tiempos de guerra; se aumenta una batería volante de Artillería para el interior de la república.
21.   Periódico oficial “El Nacional” de la fecha.
El 30 de septiembre de 1874, mediante decreto ejecutivo se nombra como Ministro de Guerra y Marina al  general Francisco Javier Salazar, en reemplazo del general de división Sacundino Darquea.
A meses de terminar su periodo constitucional de seis años, García Moreno lanzó su candidatura para la reelección, la misma que fue conseguida con un éxito rotundo. No tardaron en aparecer los opositores de la talla de Juan Montalvo, que desde Colombia incitaba a la juventud a luchar contra la dictadura perpetua. La oposición confabulada  contra el Presidente culminó con su asesinato un 6 de agosto de 1875; asume el poder su Vicepresidente don Francisco Javier León quien renuncia el 2 de octubre.
En el periódico oficial se publican discursos y condolencias de la sociedad nacional, las unidades militares con sus comandantes rechazan el crimen cometido; senadores y diputados lamentan la tragedia ocurrida, así como las delegaciones diplomáticas. Cartas de condolencia de los países son recibidas y publicadas.
El 10 de agosto se publica en este periódico, una circular remitida a todas las jurisdicciones civiles y militares disponiendo: “Asimismo se servirá US expedir las providencias más eficaces para que sean capturados Roberto Andrade, natural de Imbabura, Manuel y Rafael Cornejo Astorga, naturales de esta capital y Gregorio Campuzano, que fueron unos de los que se encontraron en la pandilla criminal; pues Faustino Rayo, que los acaudillaba pagó con su vida su criminalidad”.
Roberto Andrade “el atormentado por la libertad” como lo llamó Enrique Garcés,  quien define con exactitud lo que Andrade fue en la historia nacional. Nació en la parroquia Bolívar de la provincia del Carchi y vivió la historia con pasión durante sus 87 años de vida, turbulentos, resignados y sin más recompensa  que un duradero olvido.
Para efectos de investigación del asesinato del Presidente, se conformó un Consejo de Guerra, el mismo que sentenció lo siguiente: “El Consejo de Guerra después de una muy larga sesión y exquisita indagatoria ha pronunciado el veredicto, condenando a la pena capital a Gregorio Campuzano y suspendiendo el fallo sobre la complicidad de Rafael Gonzalo, hasta que se adquiera mejores datos”(22)
Fue ejecutado Gregorio Campuzano, el resto de complotados huyo del país. Hubo interesados en involucrar al general Francisco Salazar, sin conseguirlo ante la hombría  de bien de tan ilustre militar. Se habla de que el Dr. Manuel Polanco fue el eje central de la conspiración.
Como elementos extraños, Faustino Rayo, colombiano que guardaba un viejo rencor por su destitución de un puesto en el Oriente; y, Gregorio Campuzano.
22.   Periódico oficial “El Nacional” de la fecha.
El Ministro de Colombia en el Ecuador, general Venancio Rueda afirma que el capitán Rayo fue nombrado gobernador del Napo, puesto importante del cual se aprovechó para comercializar mediante trueque, objetos de comercio, por oro, vainilla y otros que eran entregados por los indios de la zona. Al enterarse García Moreno, ordenó la salida de Rayo en forma inmediata, pues lo había removido de su empleo. “Rayo le suplicó que le dejara permanecer allí sin destino el tiempo necesario para recibir de los indios las mercancías pagadas, y por respuesta recibió la orden de salir inmediatamente, so pena de ser fusilado”(23)
El 14 de agosto de 1875 se publica el informe a la nación escrito por García Moreno; el mismo que iba a ser puesto a consideración del Congreso Nacional y que efectivamente fue leído en su seno por el Vicepresidente de la República. En este documento, al referirse a las fuerzas armadas dice: “El ejército sigue siendo el baluarte del orden, y distinguiéndose por su moralidad y disciplina. Digno es por tanto de la gratitud y consideraciones de la República. Os recomiendo las reformas de la parte penal del Código Militar, que os someterá el ministerio de acuerdo con la Corte Suprema Marcial, reformas exigidas por la justicia y aconsejadas por la experiencia. No menos importante es la ley sobre la reorganización del ejército y de la guardia nacional, ya que el uso de las armas perfeccionadas y de tiro rápido, y las duras lecciones de las últimas grandes guerras europeas han hecho necesaria una nueva organización que este en armonía con el actual sistema del combate moderno”.(24)
Se convoca a elecciones para el 17 de octubre mediante decreto firmado por Francisco Javier León en su calidad de Vicepresidente. De igual manera se convoca a Congreso extraordinario para el 26 de octubre, a fin de proceder a la elección del nuevo Presidente.
EL GOBIERNO DE ANTONIO BORRERO.-
Las elecciones se efectuaron entre el 17 y el 20 de octubre, ganando Antonio Borrero por abrumadora mayoría. Se nombró al general Ignacio de Veintemilla como comandante general del distrito de Guayaquil y como Ministro de Guerra y Marina al general Julio Sáenz.
El 12 de octubre de 1875 se autorizó el acuartelamiento de las guardias nacionales y se les dio una nueva organización. Se autoriza conservar acuartelados seiscientos hombres de la guardia nacional, para el servicio de policía, hasta diciembre de este año. Es la primera vez que se habla del servicio de policía. Se define el pie de fuerza con los siguientes cambios:
23.   Pattee Ricardo.- Gabriel García Moreno y el Ecuador de su tiempo. 1944
24.   Periódico oficial “El Nacional” de la fecha.

Se disminuye el número de plazas de los batallones de Infantería para tiempos de paz, de cuatrocientos ochenta a cuatrocientos. Se aumenta de ciento ochenta a cuatrocientos ochenta las plazas de los regimientos de Caballería para tiempos de guerra.
Ignacio de Veintemilla, recientemente llegado de Europa y nombrado como comandante general del distrito de Guayaquil, se rodeó de lo más conspicuo de los liberales guayaquileños; a más de ellos, rodeaban al comandante, los generales Urbina y Robles, los coroneles Vicente Larrea, José Maldonado, Juan Medina, Sánchez Rubio, entre otros.
La oposición especialmente de la Costa inició una campaña intensa para obligar al presidente a la convocatoria de una Convención Nacional y la elaboración de una nueva Constitución, arguyendo que era indispensable poner en orden al país luego de la época garciana. Borrero se opuso tenazmente a cualquier cambio a través de una Convención, y propuso que los cambios que fueren necesarios se harían vía Congreso Nacional.
El  2 de febrero de 1876, un denominado  Club Liberal de Estudios de Santa Elena solicita al Presidente “que convoque en el más breve término una Asamblea Constituyente, en el lugar más central de la Nación, para que reconstruya el edificio social que se halla demolido por la funesta administración que desapareció providencialmente, y que se armonice la Constitución y leyes con el sistema republicano y con el espíritu del siglo, en que todo debe ser libertad y progreso”.(25)
Este petitorio es trasladado al Consejo de Estado, el mismo que analizado por  don Pedro Fermín Cevallos, es puesto en conocimiento del Presidente. El contenido del documento, entre otras consideraciones dice: “…La petición que os han elevado es de aquellas que deben rechazarse aún sin examen de los fundamentos en que se apoya”; “…que el ciudadano a quien la Nación ha elevado contenta, y hasta con desoídos festejos, a la primera magistratura; que el ciudadano en quien confían todos como el destinado a dulcificar las amarguras pasadas, restringiendo el autocrático poderío con que antes se gobernaba, y ensanchando los derechos y libertad del pueblo; creer, digo, que este ciudadano consienta reconstruir lo que muy apenas acaba de ser construido, es creer en el absurdo de que el mismo sea el asesino de la patria, porque dicha sea la verdad, en lo pedido vienen embebidas la inquietud, la excitación de los ambiciosos y descontentos, los alborotos, las persecuciones, la alteración total, en fin, de la paz y el orden del Estado”.
“Cual es hoy en verdad, el imperioso motivo, cual la urgente necesidad que nos obligue a darnos hoy mismo otra Constitución, cuando aún con la viciosa que rige se hallan gozando todos de libertad cabal para el sufragio, para la asociación, para la imprenta, para el regreso de los proscritos, ya verificado por muchos y puesto al albedrio de los que todavía no vuelven”.(26)
25.   Periódico oficial “El Nacional” de la fecha
26.   Idem
Respecto a este mismo pedido de convocar a nuevas elecciones y a elaborar una nueva Constitución, el general, comandante general, José Martínez de Aparicio y más de una centena de oficiales piden en carta al Presidente que no de paso a este pedido, “Gobernad, señor, con la Constitución: defendedla y sostenedla como lo tenéis jurado a Dios y a los hombres; y si llegase la hora de la necesidad, contad con que sabremos defenderos y sosteneros”.(27)
La mayor parte del país se opuso tenazmente a que el Presidente Borrero convoque a una   Convención Nacional para cambiar la Constitución, así lo testimonia los innumerables manifiestos y opiniones de las diferentes regiones, especialmente de la Sierra, y de la prensa nacional. La oposición no cejó en su empeño,  el 9 de mayo de ese año se produce un intento de revolución encabezada por un comerciante de nombre Nicolás Infante, a quien nombran como jefe supremo en Guayaquil. El intento fue develado por el gobierno en forma inmediata.
Siendo Veintemilla el más interesado en la realización de nuevas elecciones, y el impulsador de los pedidos como el del Club de Santa Elena, obligó al Presidente a destituirlo de su cargo y reemplazarlo por el general Martínez de Aparicio. Esta separación fue el pretexto para iniciar los preparativos encaminados a tomar el poder; compró armas a los Estados Unidos, convino con el cabildo guayaquileño para cohonestar los procedimientos militares y concentrar los batallones regulares bajo el mando de Urbina y Robles.
La rebelión se inicia con el acta del pronunciamiento popular de la “heroica Guayaquil” del 8 de septiembre de 1876, la misma que considera que “el doctor Antonio Borrero, actual Presidente de la República, ha sido inconsecuente a los principios liberales que proclamó y defendió, como ciudadano, y ha adoptado una política siniestra, enteramente contraria a las ideas del gran partido que lo elevó al poder”.(27)
Además consigna en seis puntos más los desaciertos del Presidente, especialmente el de separar del comando general del distrito del guayas al general Ignacio de Veintemilla; acuerdan desconocer al gobierno y a la Constitución de 1869 que rige en el país, declarando vigente la Carta Constitucional del 10 de agosto de 1861; nombran a Ignacio de Veintemilla  jefe supremo de la República y capitán  general en jefe de sus ejércitos, con la suma de poderes que le fuera necesaria para tal objeto, hasta que convoque a una Convención Nacional Constituyente que proponga a la Convención que restablezca el pabellón bicolor emblema de la nacionalidad y libertad.
Esta proclama fue llevada por el general Robles y el coronel José Sánchez Rubio, entre otros, a manos de Veintemilla. Acto seguido decretó el nombramiento de funcionarios; entre ellos el de Ministro de Guerra y Marina en la persona de Sánchez Rubio.
27.   Periódico oficial “El Nacional”
En los siguientes días, el gobierno central en su afán de debilitar la revuelta emite un  decreto que invita a los oficiales y tropa comprometida o inculcada a estar en la revolución a abandonar sus filas, regresar a las filas del gobierno, ofreciéndoles indulto  de las penas previstas en el Código Militar. Se publican boletines emitidos desde distintas ciudades del país apoyando al gobierno nacional. Veintemilla por su parte da de baja a oficiales descontentos de su movimiento y destierra entre otros a los generales Uraga y Darquea. Nombra como jefe de estado mayor de su ejército al general Urbina.
El 11 de septiembre el gobierno declara el estado de sitio en todas las provincias de la República, por el espacio de cuatro meses. De igual manera se decreta la prohibición de viajar a las provincias de Los Ríos, Guayas y Manabí. El comando general del distrito del Guayas había pasado a  cargo del coronel Teodoro Gómez de la Torre.
Se inicia una nueva guerra interna en el país, el general Francisco Robles pasó con la vanguardia del ejército denominado “regenerador” (el mismo nombre que puso Mosquera en Colombia a su movimiento) a Babahoyo, a donde también llegó Veintemilla. El general Urbina a su vez, con su división había tomado el camino a Yaguachi. Todos esperaban el armamento adquirido en los Estados Unidos, el mismo que llegó a fines de año.
Se vuelve a usar el eje Babahoyo-Riobamba-Guaranda para movilizar y concentrar a las fuerzas militares; por su parte, el ejercito “constitucional” se moviliza desde Quito y Cuenca con destino a Riobamba, Ambato y finalmente a Guaranda, para enfrentar al ejército “regenerador”. Al mando de estas tropas está el general Julio Sáenz.
La situación del país por efecto de la revolución del 8 de septiembre era grave; ya culminaba el año y en Guayaquil se sentían sus efectos en el comercio y en la agricultura. Los hospitales estaban llenos de enfermos. Había de por medio una guerra de noticias en el interior y en Guayaquil generadas cada una por su bandos.
Desde septiembre hasta fines de diciembre prácticamente la revolución había permanecido en compás de espera, especialmente del armamento adquirido a los Estados Unidos. Por su parte el gobierno hace conocer al país, con fecha 11 de diciembre, la necesidad de terminar con la revolución, alienta a los soldados constitucionales a conseguir una victoria definitiva que alivie a la nación de las secuelas de la revolución. A esta fecha el ejército “constitucional” había tomado posiciones en San Juan de Calpi, según parte remitido por el general Julio Sáenz. Días más tarde llegarían a Colta y esperaban se les una el “Leales del Azuay” con 400 plazas adicionales.
El ejército “regenerador”  avanzaba al interior del país, utilizando el eje Guayaquil-Alausí-Riobamba al mando del general Urbina en su calidad de comandante en jefe, en tanto que, el general Veintemilla se aproximaba en la dirección Guayaquil-Babahoyo-Guaranda- Ambato, con el fin de realizar una maniobra envolvente que los lleve a encerrar al ejercito  constitucional. La maniobra no pudo ser ejecutada, en vista de que el general Julio Saénz decidió cortar el avance de las tropas comandadas por el general Urbina, originándose el combate de Galte. El general  Veintemilla por su parte, entraba  en Guaranda derrotando al general José María Quiroz, en la loma de “Los Molinos”. Seis mil hombres se enfrentaron en Galte, comandados por Urbina y Sáenz respectivamente. Ambos combates tuvieron lugar el 14 de diciembre de 1876.
Al termino de los combates, el general Veintemilla felicita a los jefes y oficiales  por la toma de la Loma de los Molinos, y al  día siguiente emite una nueva proclama por la toma de Galte: “victoria que corona el triunfo de la causa de los pueblos, anonadando por completo al ejército liberticida”.
De los partes de guerra remitidos al jefe del estado mayor del ejército “regenerador”, por parte de los comandantes de batallón, se desprende la participación de las siguientes unidades pertenecientes a la 1ra división: batallones “Convención”, “Ocho de Septiembre”,  “Manabí”; los  regimientos “Lanceros”, “Rio Chico”, “El parque”; la columna “Generaciones Volante”, compuesta de las compañías “Sabaneta” y “Caracol”; y, la columna “Veintemilla” compuesta por dos compañías.
En el parte que eleva el general Robles se hace una descripción de las acciones. Allí agradece la participación de la organización filantrópica “La Ambulancia” que salió de Guayaquil acompañando al ejército regenerador, practicando su misión por primera vez en los campos de batalla, asistiendo con laudable abnegación y esmero a los heridos y enfermos de uno y otro ejército beligerante. Otro parte lo remite el general Urbina, destacando algunos nombres y pidiendo el ascenso a su inmediato grado superior.
En la segunda división al mando del general  Sánchez Rubio, se destacan los batallones “No 1”, “Guayas”, “Libertadores” y  “Babahoyo”; en su parte de guerra se hace conocer que fue tomado prisionero el general Julio Sáenz, quien entregó su espada y se rindió ante su autoridad. En el parte se habla de 107 muertos y un número similar de heridos en las dos divisiones actuantes. Cada uno de los comandantes de unidad pasó sus respectivos partes al jefe de estado mayor del ejército. El mismo general Urbina hace conocer de la presencia de más de 300 soldados prisioneros, de su artillería compuesta de seis cañones rayados, ciento sesenta cajas de capsulas y cuatrocientos rifles.
Mediante una  circular diplomática se hace conocer a los ministros de Relaciones Exteriores de los países representados, la entrada de Veintemilla a la capital de la república el día 26 de enero de 1877, y les informa que ha asumido el mando de la nación.
LA DICTADURA DE VEINTEMILLA.-
De la misma manera en que el periódico oficial de gobierno publicó las adhesiones de las provincias serranas a favor de Antonio Borrero, se publican ahora, las adhesiones que realizan las mismas provincias a favor de la revolución regeneradora. El periódico oficial “El Nacional” cambió su nombre a partir de enero de 1877 por el de “El Ocho de Septiembre”, en honor al día que se inició el golpe de estado.
La destitución del Presidente Borrero de la primera magistratura pasa a convertirse en un cambio fundamental de la ideología política del país, entre un conservadorismo que pensó mantenerse en el poder aún después del asesinato de García Moreno, y un liberalismo que creía haber llegado al poder luego de su  desaparición.
El 28 de julio de 1877 se emite el decreto mediante el cual se convoca a la Asamblea Constituyente, para que se reúna en la ciudad de Ambato, el 26 de diciembre de ese año. La Asamblea se reunió para su instalación, el 26 de enero de 1878.
En su inicio se procede a la lectura del oficio dirigido por el jefe supremo, renunciando a su nombramiento. La Asamblea acepta la renuncia y nombra inmediatamente al general como Presidente interino de la república. Se procedió a la toma de la promesa para ejercer el cargo. El Presidente de la Asamblea era el general José María Urbina. En su mensaje a la Nación, respecto al ejército dice: “Es de rigurosa justicia recomendaros, una vez por todas, el valor y la lealtad del sufrido y heroico  ejército que viene sosteniendo con tesón y constancia incomparables la transformación de septiembre; de ese ejército que hoy es el más firme apoyo de la libertad y la segura salvaguardia de la autonomía nacional. Jamás el Ecuador ostentó bajo sus estandartes, generales, jefes, oficiales y soldados tan abnegados y valientes como los que hoy hacen la honra y gloria de nuestro escalafón militar”. (28)
El 31 de marzo de 1878 en sesión extraordinaria de la Asamblea Constituyente, se aprueba la nueva Constitución de la República. De igual forma se procede a la votación para nombrar Presidente constitucional del Ecuador, alcanzando 42 votos el general Veintemilla,  tres el señor Pacifico Chiriboga, dos el general Teodoro Gómez de la Torre, dos el señor Pedro Carbo, uno don Pedro Moncayo y un voto el señor Francisco Aguirre. Se decreta que el 9 de abril se promulgue la Constitución en la ciudad de Ambato. Se posesiona el Presidente electo el 21 de abril.
En la nueva Constitución se establece que la  guardia nacional y el ejército permanente, dependan del poder ejecutivo; pero se les manda no obedecerle cuando pretendiere atentar contra los otros poderes públicos. La conscripción y el enganche son las maneras de llenar las bajas del ejército.
Mediante decreto ejecutivo de 23 de abril se nombra Ministro de Guerra y Marina al señor coronel Francisco Boloña.
El 31 de mayo, la Asamblea Nacional fija el pie de fuerza con los siguientes cambios respecto al anterior:
28.   Periódico oficial “Ocho de Septiembre” de la fecha.
Aumenta a cuatrocientos ochenta plazas los batallones de Infantería; eliminan los orgánicos  para tiempos de guerra.
Los cuerpos del ejército no serán empleados en el servicio de policía, para el cual podrá el poder ejecutivo ordenar hasta seiscientos hombres de la guardia nacional, con sus respectivos jefes y oficiales, y con el nombre de celadores, para toda la República.
Con fecha 29 de agosto se procede a reformar la ley de guardias nacionales del 15 de septiembre de 1869, en los siguientes términos:
Desde los veinte hasta los treinta y ocho años pertenece a la guardia nacional activa, y ésta suministrará los conscriptos para el ejército permanente. La guardia nacional auxiliar  se compondrá de los ecuatorianos comprendidos entre los 38 a los 44 años cumplidos. La guardia nacional pasiva se compondrá de los ecuatorianos desde los 44 hasta los 50  años cumplidos.
En el ejército y en las divisiones que obren aisladamente habrá un batallón de zapadores, compuesto cada uno de dos compañías. Los jefes y oficiales de los batallones de zapadores serán siempre que se pueda, ingenieros militares veteranos, o ingenieros civiles del cuerpo de oficiales auxiliares o milicianos, en su defecto, individuos que al menos tengan el titulo de agrimensor. Se disuelve al batallón “Babahoyo” y dos compañías del “Guayas”.
El 30 de septiembre de 1878 se da una nueva distribución de los cuerpos de la guardia nacional: 38 batallones de Infantería y 7 regimientos de Caballería, ubicados en los diferentes cantones del país. Se dispone que en las parroquias donde hubiese mayor número de habitantes, los batallones se podrán conformar hasta de seis compañías y los de Caballería de hasta cuatro escuadrones. Los gobernadores serán las máximas autoridades de la guardia nacional no llamada al servicio activo.
El 10 de enero de 1880, el periódico oficial publica en su editorial, la posición del gobierno del Ecuador respecto a la guerra del Pacifico, recalcando su absoluta neutralidad en el conflicto. Esto a propósito de recordar que en junio del año pasado, el Ministro Plenipotenciario del Ecuador en Chile, general José Urbina, expusiera el deseo de Ecuador de actuar como mediador en el conflicto de las tres naciones. Chile por su parte expuso con claridad que para esa mediación, con toda seguridad, Perú y Bolivia exigirán la salida de las tropas chilenas de Antofagasta, lo cual a todas luces no será posible.
El 20 de octubre de 1880 se oficializa el nacimiento del movimiento revolucionario liderado por Eloy Alfaro. En el acta de pronunciamiento de Esmeraldas se expresa entre otros puntos que, el gobierno proclamado el 8 de septiembre de 1876, ha traicionado la confianza que en él depositara el pueblo ecuatoriano, el mismo que se encuentra hoy reducido a la más completa abyección y esclavitud.
En el acta de la sesión del 23 de octubre realizada en el  Congreso Nacional se lee un mensaje del poder ejecutivo que decía: “Que por una posta llegado en la noche del día anterior se había recibido la noticia de que, los constantes enemigos de la paz y tranquilidad de la República, habían ocupado con fuerza armada, la ciudad de Esmeraldas, abusando que esta se hallaba indefensa. Que todavía no se conocían los pormenores  de la invasión, ni quiénes eran los que la encabezonaban; sin embargo, S.E el Presidente de la República quería marchar en sus procedimientos en completa armonía con el Congreso, mandando poner en su conocimiento tan desagradable noticia”. (29) Eran los inicios de la revolución liberal.
Con fecha 5 de noviembre de 1880 el Congreso fija el pie de fuerza del Ejército:
La fuerza armada, para el bienio siguiente, constará de dos cuerpos de Artillería, tres batallones de Infantería compuestos cada uno de cuatrocientos ochenta plazas, una columna de trescientos hombres que puede ser elevada a batallón, y dos escuadrones de Caballería de ciento veinte y ocho plazas cada uno, sin perjuicio del aumento de la séptima compañía que debe, según la ley, tener cada cuerpo, y los seiscientos hombres de la guardia nacional para el servicio de policía.
Se consideran como en servicio activo todos los generales, jefes y oficiales que desempeñan destinos civiles o mandos locales.
Este Congreso cambia el concepto de brigada de artillería por la de cuerpo; legitima de alguna manera la “Columna” que por lo general era una unidad que se formaba  con las reservas, con el fin de enfrentar las permanentes revoluciones en contra de los gobiernos constituidos o de facto.
Para inicios de 1882, se encuentra en el Ministerio de Guerra y Marina el general Cornelio Vernaza. Fallece en Guayaquil el Gral. José Vicente Maldonado, comandante general del distrito del Guayas, en su reemplazo se nombra a Rafael Barriga, quien asume con fecha 16 de enero de 1882.
El 26 de marzo de 1882, se pronuncia el Municipio de Quito en el sentido de que al culminar con acierto el periodo constitucional del Gral. Veintemilla, y en base a los meritos de su administración, resuelven nombrar jefe supremo de la república al capitán general en jefe  del ejército Don Ignacio de Veintemilla, quien procederá a convocar a una constituyente, a fin de que reforme la carta fundamental de la República.


29.   Periódico Oficial “ Ocho de Septiembre”
Se adhieren públicamente a este pronunciamiento, los jefes y oficiales del estado mayor del ejército, los batallones: “Convención”, “Catorce de diciembre”, “Veintiséis de diciembre”,  “Dieciséis de diciembre”,  todos ellos denominados con estos nombres, en homenaje a las fechas en las cuales combatieron y salieron victoriosos en Galte y Los Molinos; además, de una serie de parroquias aledañas a Quito y  varias provincias. Todas estas adhesiones son publicadas en el periódico oficial, desde este mes hasta septiembre.
De marzo a mayo de 1882 germina el descontento nacional en contra de Veintemilla. Estalla la revolución el 16 de mayo. El gobierno transporta fuerzas a Esmeraldas, alquilando buques comerciales. Francisco Robles salió de Guayaquil con 300 hombres, incluida la artillería de campo y derrotó a las “montoneras” al mando de Alfaro.
El 1 de octubre de 1882 se produce el combate de Cayambe, del mismo que se remiten los partes de guerra correspondientes. La misión era la de batir al enemigo del norte atrincherado en dicha ciudad.
Participa el batallón “14 de diciembre”, la columna “Tiradores del Norte”, una media brigada de artillería con las piezas a lomo, el batallón “26 de diciembre”. La victoria gobiernista dejó 86 muertos en filas revolucionarias y 46 muertos en las tropas del gobierno. Por parte de las tropas denominadas enemigas, se informa que actuaron 636 hombres. El parque tomado por los vencedores era de 40 rifles y dos carabinas, tres cajones de capsulas, 54 fusiles de pistón, un cajón de paquetes y 24 caserinas.
El 6 de octubre, esta vez  en Chambo, se producen nuevos combates, con la participación de una  media brigada de artillería, el batallón “16 de diciembre”, la columna “Dos de Abril”, dos compañías del “Catorce”, denominadas columna de descubierta,  la escolta de honor, el batallón “Convención”. Resultado del combate, fallecen 3 oficiales y 55 de tropa del ejército constitucional, en tanto que, las fuerzas de la revolución han  perdido dos jefes y 26 de tropa. Se destaca la participación en el ejército revolucionario, de personal colombiano enganchado para este efecto. Se calcula el número de efectivos de los revolucionarios en 425 hombres.
Luego de la explosión de la goleta “Mercedes”, ningún buque había sido adquirido para la marina de guerra. Recién en este año, Veintemilla adquiere en Chile el vapor “Santa Lucía”, unidad que arribó a Guayaquil el 3 de agosto. Su armamento consistía en dos cañones de calibre 30 y una culebrina de bronce de 12. Asimismo, el gobierno nacional adquirió el vapor “Huacho” que contaba con dos culebrinas de bronce de 4 y un cañón de 12. Ambas unidades son consecuencia de la necesidad de combatir a la naciente revolución liberal de Alfaro.
La revolución toma fuerza en enero de 1883, el general Francisco Salazar que venía desde Lima, y  los generales Sarasti y Lizarzaburo desde el Norte y Sur del país, entraron a Quito y derrotaron a las fuerzas del gobierno. Eloy Alfaro en Esmeraldas y Manabí, Ezequiel Landázuri en el Carchi e Imbabura y José María Sarasti en las provincias de la Sierra, fueron los conductores que agruparon a ciudadanos armados para combatir contra la dictadura. Las acciones bélicas se sucedieron entre las fuerzas del gobierno y los que repudiaban la dictadura; las acciones de Riobamba, Patate, Mira, San Andrés, Cambo, Quero, Culupachán, Malchingui, Alausi y Pisquer, favorables a uno y otro bando marcaron la resistencia hacia Veintemilla.
El 10 de enero arriba la división del Norte al mando del general Ezequiel Landázuri y se unen con la división mandada por el general Francisco Salazar y Gral. José María Sarasti. En la noche del 10 de enero y amanecer del once, las fuerzas gobiernistas del general Veintemilla estaban derrotadas.
La división del Sur estaba compuesta por las columnas “Sur”, “Norte”, “Oriente”, “Peiger”, “Voluntarios del Sur”, Regimiento “Piedrahita”. La división del centro se componía de las columnas “León”, “Restauradores” y “Escuadrón Sagrado”; entre las dos divisiones estaba la artillería que contaba con dos cañones, servidos por ocho plazas.
En el periódico oficial, se van publicando los partes de los comandantes de las unidades que participaron en los combates del 10 de enero; estos partes demuestran la forma en que fueron planificados y apoyados los movimientos de las diferentes unidades hasta converger a la toma del palacio presidencial y la consolidación y ocupación de puntos claves desde los cuales se podía contrarrestar cualquier reacción del adversario. El empleo de la Artillería (finalmente fue una sola pieza la que entró en acción, por daño de las demás, y por orden del general Francisco Salazar) fue importante al momento de ir consolidando las posiciones tomadas por la Infantería.
El 14 de enero de 1883 se da el pronunciamiento de la ciudad de Quito, desconociendo al gobierno dictatorial del general Veintemilla. Se conforma ternas de principales y suplentes para ser nominados como parte del gobierno provisional a instalarse. En las ternas estaban de principales: José María Sarasti, José María Caamaño y Agustín Guerrero. Se agregan por votación a estas ternas, los nombres de Luis Cordero y Pedro Carbo.
Se nombra al general José María Sarasti como general en jefe del ejército, al general Ezequiel Landázuri como comandante de la primera división. Se acuerda un voto de gratitud para Javier Salazar y se proclamó como general de la republica al coronel Agustín Guerrero.
Se dispone que el gobierno provisional tenga por norma la Constitución del año 1861. Que en un plazo de 30 días se convoque a una Asamblea Constituyente.
Al general Salazar que venía desde Chile y Perú para oponerse a Veintemilla se le atribuye el éxito vigoroso de la restauración. Así lo consideró el Congreso Nacional en 1892 al consignar un decreto en memoria de tan distinguido militar: “que a él se debe en gran parte, la regeneración de la patria en el año de 1883, en que con su valor y pericia militar, como que era uno de los primeros generales de América, condujo a las huestes restauradoras a la victoria, en los campos de batalla contra la dictadura.” (30)
Bien pudo este ejemplar oficial general haber sido Presidente de la República mediante votación popular, lo tenía más que merecido; sin embargo, su gesto de nobleza le llevó únicamente a conducir la Asamblea Nacional.
Se nombra como director de la guerra al general Francisco Salazar, mediante comunicación dirigida por el Ministro de Guerra con fecha 20 de enero de 1883.
El 25 de enero, el gobierno provisional decreta que el ejército nacional, mientras dure la campaña, elevara su pie  de fuerza a cuatro mil quinientos noventa y cuatro hombres, fuera de jefes y oficiales en la forma siguiente: 3918 de Infantería, 204 de Caballería, 156 de Artillería, 206 de zapadores y 110 del tren. Se formaran seis batallones de Infantería, cada uno de ellos con cuatro compañías. La Caballería constará además del “Escuadrón Sagrado”, y de un regimiento compuesto de dos escuadrones-compañías. La Artillería constará de una brigada, de dos baterías cada una. Habrá un batallón de zapadores compuesto de cuatro secciones. Los 110 hombres destinados al tren formaran una columna compuesta de dos compañías cada una.
La fuerza de Infantería se organizará en tres divisiones, de dos batallones cada una, con el total de 1306 hombres. Los batallones serán nominados del 1 al 6. La cuarta división se compondrá de los cuerpos de Artillería, Zapadores, Caballería y tren.
En otro decreto se dispone que los batallones de la guardia nacional de las provincias de Carchi e Imbabura, Pichincha, León, Tungurahua, Chimborazo y Los Ríos conformaran las divisiones creadas. En esta organización temporal asoman orgánicamente las divisiones, una unidad logística y se hace uso de la reserva activa del ejército. Los zapadores actuaron como unidades de Infantería.
El 27 de enero de 1883, el periódico oficial del Estado vuelve a tomar el nombre de “El Nacional”, eliminando el nombre de  “Ocho de Septiembre”, adoptado en conmemoración del triunfo de Veintemilla.
A partir del mes de febrero, los cantones y parroquias de la Costa se van sumando al reconocimiento del gobierno provisorio de la capital, así se pronuncian entre otros, Santa Rosa, Machala, Balao, Zaruma, Vinces, Tosagua, Calceta, Chone; por su parte, se conoce que el general Veintemilla trabaja en la apertura de trincheras sobre el cerro del Carmen, Salado y Mapasingue.

30.   Salazar Alvarado Francisco: El general Francisco Javier Salazar Arboleda. El Comercio.-Quito
Nombra como gobernador de la provincia al general Francisco Robles y de Ministro de Guerra y Marina al general Sánchez Rubio, quien renunció y salió a Panamá; en su reemplazo fue nombrado José María Urbina que también se excusó con abierto desagrado.
El 6 de marzo se emite un decreto mediante el cual se busca la forma de mejorar la logística de distribución y servicio de munición en campaña, para lo cual, los parques de munición se dividen en parques de batallón, parques de división, parque general del ejército y gran depósito de municiones. Asimismo, se fija lo que hoy se conoce con el nombre de carga básica; así: 200 tiros por cada cañón, 350 tiros de rifle por cada individuo de tropa de Infantería y Zapadores; 300 por cada artillero, 150 por cada sargento, cabo o soldado de caballería y del tren. La munición del sistema Remington constará de dos mil cartuchos, y de mil quinientos la munición de Peabody.  Se jerarquiza el mando de los parques y se dispone la forma en que estos atenderán a las tropas. El parque general deberá acompañar a las tropas a una jornada de marcha de la retaguardia. Se pintan las cajas de munición en negro para Infantería, azul para Caballería y rojo para la Artillería.
Sin lugar a dudas, toda esta organización nacía del conocimiento del arte de la guerra por parte del director supremo, el general Francisco J. Salazar.
El 19 de marzo de 1883 se publica el “Manifiesto del gobierno provisional del Ecuador a los pueblos americanos, sobre las causas de la presente transformación política”; entre otras cosas se dice: “Tal es el fin que el pueblo ecuatoriano se ha propuesto, al acudir a las armas, medio necesario para derribar el despotismo entronizado sobre las ruinas de la Constitución y las leyes.” (31)
El 29 de marzo, representantes de Veintemilla y del gobierno provisional se reúnen en Guaranda para tratar un memorándum mediante el cual se pueda llegar a un acuerdo de paz. Se nombra como mediador al encargado de negocios de Chile en Ecuador. Por las partes actuaron José María Urbina Jado (hijo del general), como delegado de Veintemilla y Pedro Lizarzaburu por el gobierno provisional.
El 1 de mayo el gobierno provisional publica un nuevo manifiesto a la nación, mediante el cual le pide la contribución económica necesaria para emprender en forma definitiva contra Veintemilla en Guayaquil. Le hace conocer que mediante decreto se implementará esta contribución a nivel nacional. El mencionado decreto se emite el 3 de abril, mediante el cual se levanta un empréstito por 275.000 pesos, distribuidos en diez provincias del país, excepto Guayaquil.


31.   Periodico Oficial “El Nacional” de la fecha.
La situación de Veintemilla era cada día más difícil, las fuerzas del gobierno provisional estaban distribuidas de la siguiente manera: Por el Occidente el general Alfaro, por el Norte la de los generales Barona y Flores; por el Oriente la de los generales Salazar, Sarasti y Landázuri, y por el Sur la de los generales Darquea y Medina.
La movilización y concentración de tropas para la campaña se inicia el 15 de mayo. Desde Yaguachi, con dirección a Mapasingue, el batallón “Restauradores del Centro” y el “Escuadrón Sagrado”. A día seguido se incorporan el “Restauradores del Norte” y el “Libertadores”, uniéndose también la Artillería “Sucre”. El 17 salieron de Yaguachi la columna de Zapadores y los escuadrones “Peiger” y “Sucre”. El 18 llega la división desde Machala bajo el mando de José María Plácido Caamaño y del general Secundino Darquea. La reserva adecuadamente organizada estaba al mando de Antonio Flores.
El 22 de mayo, las unidades estaban listas  para expulsar a Veintemilla de Guayaquil. Se habla de un total de tres mil seiscientos hombres.
El 31 de mayo se emite un decreto mediante el cual se autoriza a los generales Sarasti, Lizarzaburu y Dr. José Plácido Caamaño para que, ocupada la ciudad de Guayaquil por las fuerzas restauradoras, arreglen el estado político del litoral, celebrando pactos y estipulaciones, o dictando ordenes y providencias gubernativas, en representación del gobierno provisional.
El 12 de junio, a través de los comandantes de los buques de guerra italiano, inglés y francés, surtos en la rada de Guayaquil, Veintemilla intenta un nuevo acuerdo de paz. Los términos del mismo son entregados al director de la guerra y a sus comandantes, los mismos que no aceptan y agradecen la colaboración prestada por dichos comandantes de buque. Sin embargo, el gobierno provisorio delega al Dr. Caamaño para el arreglo de la ocupación pacífica de Guayaquil, en base a un memorándum preparado por los jefes del ejército. Hasta el 20 de junio se trató de llegar a acuerdos que impidan iniciar operaciones. Las pretensiones del general Veintemilla de mantenerse como jefe supremo hasta reunir una Convención Nacional impidieron cualquier acuerdo entre las partes.
“Los jefes del ejército ecuatoriano no pueden tomar en consideración el llamado Memorándum expositivo de las bases indispensables para los arreglos de paz remitidos por el general Veintemilla con fecha 12 del actual. Sienten no poderlo tomar en consideración por cuanto envuelven un desconocimiento de la soberanía nacional que ha protestado contra la usurpación del Sr. Veintemilla en todos los ámbitos de la república”. (32)
El 30 de junio se comunica a las provincias la decisión de tomar la plaza de Guayaquil ante el fracaso de las negociaciones con Veintemilla. Cuatro divisiones estaban listas para iniciar las operaciones.
32.   Periodico oficial “El Nacional” de la fecha
Se realiza una ceremonia militar en Mapasingue para entregar el estandarte al batallón “Libertadores del  Pichincha”. Manuel Orejuela es ascendido al grado de general.
El 9 de julio de 1883 se inicia la toma de Guayaquil. A la una de la mañana, previas las proclamas del director de la guerra, del comandante en jefe del ejército y del comandante de las reservas. Las divisiones formaron en tres líneas de columnas de combate, cada una de estas en tres secciones en guerrillas y una de sostén hacia la izquierda, en el orden siguiente: la del centro, comandada por el coronel Euclides Angulo; la del Norte comandada  por el general Ezequiel Landázuri; la primera división del Sur comandada por el general Reynaldo Flores; en seguida la segunda división del Sur que la mandaba el mismo, y cerraba la línea la división de vanguardia, comandada  por el coronel José María Almeida. A la altura de Lisa estaba la división al mando del general Eloy Alfaro.
El ejército de Veintemila estaba compuesto de las siguientes unidades:
Batallón “Ocho de septiembre” al mando del coronel Benigno Barahona con 660 hombres; batallón “Guayas” al mando del coronel Campuzano con 200 hombres; batallón “Yaguachi” al mando del sargento mayor Manuel Barahona, con 140 hombres ; batallón “Babahoyo” al mando del teniente coronel Manuel Maldonado, con 125 hombres; batallón “2 de abril” al mando del coronel José M. Haro, con 200 hombres; batallón “Guayaquil” al mando de Marcos Aguirre, con 500 hombres ; columna “Robles” al mando de Joaquín Romero, con 80 hombres; columna “Veintemilla” al mando de Adolfo Bravo, con 120 hombres; columna “Hacheros” al mando de Manuel Usubillaga, con 150 hombres(las columnas eran unidades conformadas por miembros de la guardia nacional).
La fuerza naval estaba constituida por los siguientes vapores: “Santa Lucia” al mando del coronel Juan Manuel Campuzano, “Huacho” al mando del sargento mayor Alejandro Medrano, “Manabi” al mando del sargento mayor Cerón, “Chimborazo”, “Pichincha” y  “Oriente” al mando del sargento mayor Vicente Polo, “América” al mando del capitán Alejandro Barriga. El total de personal era de 67 entre jefes, oficiales y tripulantes. Un cañón era el total del armamento pesado.
En tres horas y medio de combate se consolidó la victoria; el general Veintimilla fugaba del lugar en el “Santa Lucía”. Este vapor fue detenido en Paita a pocos días de su llegada.
Mediante decreto de 10 de julio, se convoca al pueblo guayaquileño para el día 15 de este mes, a votación directa y popular, con el objeto de nombrar el gobierno que debe regirle interinamente, en la forma y manera que lo tuviese a bien. Luego de las elecciones, el pueblo de Guayaquil nombra como jefe supremo al señor Pedro Carbo.
A partir del 9 de julio de 1883 y luego de siete meses de una intensa campaña, como consecuencia de la victoria, se inició lo que se dio en llamar “el progresismo”.
Terminada la campaña de Guayaquil, el general Salazar y el general Darquea renunciaron a los cargos  y funciones como director de la guerra y jefe de estado mayor; el gobierno provisorio negó sus renuncias.
Se nombró un gobierno conformado por Pablo Herrera, Luis Cordero, Pedro Lizarzaburo, Pérez Pareja y el coronel Agustín Guerrero, a quienes la historia conocerá como el gobierno de la restauración.
“Mientras tanto surgía un intento de conciliación tercerista, que trataba de construir una doctrina en la frontera entre liberales y conservadores, los mismos que adoptan el extraño nombre de “conservadores progresistas” que por medio de Caamaño, Antonio Flores y Luis Cordero tratan de reformar un conservatismo que ha muerto de muerte natural”.(33)
EL PROGRESISMO
 “El progresismo apareció como movimiento político en un momento crucial del conservadorismo en bancarrota y el liberalismo en auge; mejor dicho, jugó un papel de nexo ideológico y de dintel político, llevándose el oprobio de los unos y cargando con las responsabilidades que sobre el echaron los otros, como ocurre siempre en la historia, a las fuerzas intermedias que aparecen en momentos intermedios también. Cuenca fue la cuna del progresismo, doctrina que como tesis estuvo a la altura intelectual del tiempo, pero como realidad no llegó a las masas, lo que determinó su rápido fracaso.” (34)
Los delegados del gobierno provisional establecido en la República, en nombre y por autorización de éste, el jefe supremo del Guayas, y el encargado del mando supremo de las provincias de Manabí y Esmeraldas decretaron el llamamiento a una nueva Asamblea Nacional a llevarse a cabo el 9 de octubre de 1883.
El 3 de septiembre se reporta la llegada del vapor “Lima” a Guayaquil, procedente de Panamá, trayendo a bordo 2.500 peabodys, con su correspondiente equipo y dotación de municiones, que el gobierno provisional había pedido a New York, pocos días después de los combates de Quito. El armamento fue trasladado en el “Huacho” y posteriormente en el “Quito” con destino a Babahoyo.
El 10 de septiembre se nombra mediante decreto ejecutivo, al  general Ramón Aguirre, como Ministro de Guerra y Marina.
El 11 de octubre se instala la décima Asamblea Nacional. Fue elegido como Presidente el general Francisco J. Salazar con 35 votos. El Dr. Ramón Borrero  alcanzó  27 votos.
33.   Tomado del periódico “El Constitucional” de la época
34.   Idem

LA PRESIDENCIA  DE JOSÉ MARÍA PLÁCIDO CAAMAÑO
En la sesión del 15 de octubre se elige como Presidente interino de la República al Dr. José María Placido Caamaño. Rafael Pérez Pareja fue elegido Vicepresidente interino. Se nombra al general Agustín Guerrero como Ministro de Guerra y Marina.
El escalafón del ejército por efecto de la campaña de Guayaquil constaba de once generales, treinta y un coroneles efectivos, dieciséis graduados, cuarenta y un tenientes coroneles efectivos, veintisiete graduados, noventa y cuatro sargentos mayores efectivos, cincuenta y dos graduados; ciento sesenta capitanes efectivos, sesenta y siete graduados; ciento noventa y ocho tenientes; cuatrocientos treinta y un subtenientes y dos mil quinientos hombres de tropa. La preocupación de la Asamblea Nacional era de reducir las tropas del ejército, la cual se inicia el 24 de octubre; así, se dispone que en Tulcán quede únicamente una columna de cien hombres dividida en dos compañías; y, se disuelve el “Escuadrón Sagrado”. Este reparto combatió en Riobamba, Patate, San Andrés, Chambo, Culachapán, Quero, Quito y Guayaquil.
El 10 de febrero de 1884 se hace cargo del Ministerio de Guerra y Marina, el general José María Sarasti.
El 27 de febrero la Convención Nacional autoriza al ejecutivo, la venta o arriendo, en subasta, de los buques de guerra nacionales “Huacho” y “Santa Lucia”; y le autoriza para que invierta hasta 200,000 pesos para la adquisición de una o dos lanchas cañoneras blindadas, con la finalidad de que sirvan de guarda costas
El 13 de marzo de 1884, mediante decreto de la Asamblea Nacional, se fija el pie de fuerza del ejército, regresando al orgánico normal con el cual el ejército venía desenvolviéndose antes del conflicto.
El 25 de abril se publica la Ley Orgánica Militar. En lo principal dispone: La duración del servicio en el ejército permanente será de tres años, y de cinco en las reservas.
De la organización de los cuerpos en el ejército activo: cada batallón de Infantería constará de una plana mayor y cuatro compañías; cada regimiento de Caballería se compondrá de una plana mayor y tres escuadrones; la cuarta sección del tercer escuadrón será de Zapadores a caballo. Dos brigadas de Artillera, la una de plaza y la otra de campaña, la primera se compondrá de cuatro baterías y la segunda de dos.
En caso de guerra se dispone: poner en pie de guerra los cuerpos del ejército; movilizar la guardia nacional; nombrar comandante del ejército, de ser necesario, y director de la guerra; arreglar los estados mayores, las divisiones y el cuerpo de sanidad; organizar los batallones, regimientos de Caballería y brigadas de Artillería de depósito.
Se dispone la forma en que se organizarán las compañías de depósito para poder reemplazar a las activas; el nombramiento de un comandante general de la marina cuando lo creyere conveniente; nombrar hasta dos guardas parques en los lugares en que existan grandes cantidades de material de guerra. Le da atribuciones al comandante general para nombrar hasta cinco comandancias generales, preferentemente en las capitales de provincia. Se suprimen los cargos de ministros marciales para las cortes suprema y superiores.
El 8 de mayo mediante decreto ejecutivo se crea en Guayaquil la Escuela Náutica, para formar marinos que “sirvan provechosamente en la Escuadra Nacional”; en esta oportunidad, se la organiza de acuerdo con la ley de 27 de febrero de 1884, a diferencia del restablecimiento realizado anteriormente, se especifican las materias a dictarse en la escuela. Una vez graduados, los aspirantes podían optar por la marina de guerra o por la marina mercante.
El 9 de agosto, el gobierno nacional emite un decreto cuyo considerando dice: “que la oficialidad del ejército debe adquirir los conocimientos propios de su honrosa carrera, para que sea digna de la gloriosa misión que la sociedad le ha confiado, cual es la de velar por el orden público y ser el sostén de las garantías sociales; en virtud de ello, dispone:
“Art. 1º. Todo oficial tendrá de su peculio un ejemplar de la táctica de su arma. Los de Infantería además, los textos de guerrilla y esgrima de bayoneta.
Art 2º. En cada uno de los cuerpos del ejército, los oficiales se reunirán diariamente dos horas y media, por lo menos, en academias presididas por uno de los jefes. En ella se estudiará el código militar, la táctica del arma respectiva, la instrucción teórica y práctica del tiro de las armas de precisión, el modo de llevar los libros de mayoría y compañía. También se dará en dichas academias una o más lecciones semanales de gramática castellana, ortografía, estilo oficial y geografía del Ecuador, Estados Unidos de Colombia y Perú. Los capitanes aprenderán, además de lo expresado, la historia de la antigua Colombia y del Ecuador. Todos los días, excepto los festivos, habrá una clase de matemáticas que dure al menos una hora y media.”(35)
De alguna manera, este podría ser  el inicio de lo que a futuro se consideran como escuelas de perfeccionamiento del ejército, previo el ascenso a un nuevo grado militar. La mano del general Francisco Javier Salazar seguía presente en su propósito de capacitar al ejército para el cumplimiento de su misión.
 La nueva Constitución de la República elaborada por la Asamblea Nacional, vuelve a considerar que las fuerzas armadas deben ser obedientes y no deliberantes. Se limitan sus procedimientos con el fin de evitar su participación en la política nacional.
35.   Tomado del periódico oficial “El Nacional”
El presidente Caamaño,  tuvo que afrontar de inicio las costosas actividades defensivas encaminadas a sofocar las revueltas iniciadas en Esmeraldas y sostenidas en Manabí por parte del liberalismo alfarista.  Alfaro se embarcó en el “Alhajuela” y partió de Panamá con destino a Ecuador el 15 de noviembre de 1884; ese mismo día,  el gobierno dispuso el alistamiento de los dos buques de guerra para enfrentar a los que zarparon de Panamá. El 18 de noviembre, mediante decreto ejecutivo se declara “piratas” a los buques “Alhajuela” y “Jacinto”.
A las seis de la tarde del 30 de noviembre, zarpó de la ría de Guayaquil la flotilla nacional, compuesta de la nave capitana “Nueve de Julio” al mando del señor capitán de navío don Nicolás Bayona, llevando a bordo 300 hombres entre tripulación y gente de desembarque, y del transporte de guerra “Huacho” al mando del teniente coronel Froilán  Muñoz y del practico Manuel Reina, llevando a bordo 520 hombres.
El “Nueve de Julio”  montaba seis cañones, cuatro en el puente de a 24, dos por banda y dos colizas, una a popa y otra a proa. Tenía además tres cañoncitos revólveres y una ametralladora. El “Huacho” montaba dos cañones únicamente. La flotilla llevaba como auxiliares a los vaporcitos fluviales “Sucre”, “Mary Rose” y “Victoria”. Su destino Manabí.
El general Darquea que residía en Callao, vuelve a Guayaquil y se hace cargo del distrito. En el mes de diciembre asoman proclamas en el Norte del país, invitando a la revolución liberal. Los firmantes: Nicanor Arellano, Francisco Moncayo, Roberto Andrade, Rafael Arellano, Facundo Acosta.
El 18 de noviembre el Presidente se dirige al país a través de un comunicado, haciendo conocer sobre las intenciones de revoltosos de subvertir el orden constitucional. En Manabí se conoce de movimientos revolucionarios comandados por Medardo Alfaro; en Latacunga, otro movimiento dirigido por un ex oficial del ejército, al mismo que lo fusilaron por disposición del Consejo de Guerra verbal. Se inicia el envío de varios boletines, mediante los cuales se hace conocer de la situación interna del país por  la presencia de estos movimientos. Vuelve a asomar el “Escuadrón Sagrado” persiguiendo a revoltosos. Por la misma fecha se anuncia en Tulcán, que desde Colombia se está preparando una invasión encaminada a luchar contra el gobierno de Caamaño.
El general Reinaldo Flores fue nombrado comandante en jefe  de operaciones del ejército constitucional; bloquea al “Alhajuela” con los vapores “Nueve de julio”, antes bautizado como “Santa Lucía”, el “Huacho” y “Sucre”, cuyo nombre antiguo era el de “Pichincha” y se produce  la acción naval conocida como de Jaramijó. El combate dejó más de trescientos muertos en los dos bandos. Inicialmente el “Alhajuela” combatió y abordó al “Huacho”, y posteriormente, ante la aparición del “Nueve de Julio”, se enfrascó en combate con esta nave. Alfaro fue derrotado por el general Flores y el “Alhajuela” fue incendiado por el mismo Alfaro, antes de internarse por Esmeraldas y partir hacia Colombia.
Con fecha 20 de junio de 1885, el Ministro de Guerra y Marina, general José María Sarasti somete a consideración del gobierno nacional, cambios en la Ley Orgánica Militar establecida en el periodo de García Moreno. Estas reformas están dirigidas específicamente a disminuir el número de unidades y efectivos en el ejército, mediante la supresión de un regimiento de Caballería, conservando solamente un escuadrón del mismo, y sustituyéndolo con un tercer batallón de Infantería. De acuerdo al estudio presentado, el establecimiento de un batallón de Infantería era más importante para la conservación de la paz pública, sin tener que apelar al llamamiento de guardias nacionales, sobre las cuales no hay confianza para “rechazar las agresiones de los eternos conspiradores contra el poder público”; es decir, una reorganización basada en cálculos políticos, en vez de basarlo en necesidades profesionales.
El 24 de julio de 1885 mediante decreto legislativo, el Congreso de la República decreta el pie de fuerza del ejército para el próximo año, en los siguientes términos: una brigada de artillería de plaza, una brigada de campaña,  tres batallones de Infantería; y,  un escuadrón de caballería compuesto de ochenta hombres, inclusive clases. Este orgánico es el más reducido desde 1860.
El 13 de agosto y por primera vez, se decreta la composición de la fuerza armada de mar, en tiempos de paz y para el siguiente año: vapor “Nueve de Julio” que tendrá un capitán de fragata graduado como comandante, tres oficiales y 45 tripulantes. El vapor “Seis de Diciembre” que tendrá un teniente de navío como comandante, tres oficiales y 31 tripulantes. El vapor “Sucre” que tendrá un alférez de navío como comandante y once tripulantes; y, el vapor “Jaramijó” con un alférez de fragata como comandante y cinco tripulantes.
El 3 de marzo de 1886, mediante decreto ejecutivo se llama al servicio activo a los cuerpos de la guardia nacional, en consideración a la amenaza que representa una invasión exterior apoyada por los tenaces enemigos de la patria, en referencia a los  montoneros que hacían su aparición en distintos lugares de la República.
El 24 de agosto de 1886, el Congreso de la República decreta la fuerza permanente en servicio activo para el año 1887, la misma que con respecto a la promulgada en el año 1885, aumenta un batallón de infantería y se reduce los efectivos del escuadrón en 20 plazas. En cuanto a la fuerza armada de mar no se modifica con respecto al orgánico  anterior.
En el mes de noviembre se producen nuevos enfrentamientos con los montoneros en Esmeraldas. El “Nueve de Julio” trasporta 202 hombres del número tres de línea al mando del general Reynaldo Flores. Era la segunda vez que el gobierno controla y reorganiza la provincia. En diciembre se presentan combates en la ciudad de Loja, asoma al mando de los montoneros el coronel Luis Vargas Torres, quien en sus comunicados firma como jefe de operaciones  y delegado del supremo gobierno provisional del general Alfaro. En el parte de los combates consta como prisionero el coronel Vargas Torres. El 12 de noviembre es juzgado por el Consejo de Guerra verbal en la ciudad de Cuenca, imponiéndole la pena de muerte. En marzo de este año, el presidente Caamaño conmuta la pena de muerte de tres de los conspiradores y niega la de Vargas Torres. El 20 de marzo fue ejecutado en la plaza mayor de Cuenca.
En el mes de junio se reúne el Congreso Nacional. En su informe a la nación, al hablar sobre el ejército, el presidente dice:
“Las frecuentes invasiones, o tentativas de ellas, incubadas en el extranjero, han hecho indispensable la adquisición de armamento de Infantería y de buques, apropiados a la vigilancia de nuestras costas. Con este motivo se ha invertido una fuerte suma para obtener dos vapores rápidos, con artillería moderna, y que, unidos al crucero “Nueve de Julio”, formen una flota, si no respetable de una manera absoluta, si muy suficiente para  aniquilar expediciones formadas a la gruesa ventura y que nuestro pabellón ondee sereno en el Pacífico”. (36) Una visión exclusivamente política para armar y equipar a las fuerzas armadas.
El 9 de agosto de 1887, mediante decreto legislativo se aprueba la Convención celebrada el primero de dicho mes, entre los Plenipotenciarios de los gobiernos del Perú y Ecuador, con el objeto de someter a la decisión arbitral de S.M. el Rey de España, las cuestiones pendientes sobre límites territoriales de los dos estados.
El 17 de agosto, el Congreso decreta la composición de la fuerza permanente en servicio activo para el año 1888. Respecto del orgánico anterior, se incluye a las columnas ligeras y se incrementa la Caballería a un regimiento. En la marina debo suponer que fueron dados de baja todos los vapores constantes en el orgánico de 1885, con la adquisición de la lancha cañonera y el vapor “Cotopaxi”.
El domingo 8 de enero de 1888 llega al puerto de Guayaquil la cañonera “Tungurahua”, buque construido con todas las reglas del arte moderno de la guerra marítima. El buque es más pequeño que el “Cotopaxi”. Es la más reciente adquisición del gobierno a favor de la marina. Demoró 198 días desde Londres a Guayaquil, al mando de una tripulación de siete personas.
LA PRESIDENCIA DE ANTONIO FLORES
El 1º de julio de 1888 termina el periodo presidencial el Dr. Plácido Caamaño; asume la presidencia en forma interina Pedro José Cevallos hasta la posesión del Dr. Antonio Flores, Presidente electo, hecho que sucede el 17 de agosto.
36.   Tomado del periódico oficial “El Nacional” de la época
Entre las autoridades importantes del país se encuentran las siguientes: preside el Congreso Nacional el general Agustín Guerrero, en el Ministerio de Guerra y Marina se nombra al general Julio Saénz; asume la jefatura del distrito de Quito el general José María Sarasti, la de Guayaquil el general Reynaldo Flores y la de Cuenca el general Antonio Vega Muñoz
El 16 de octubre se emite el decreto ejecutivo mediante el cual se da cumplimiento a la disposición del Congreso, de reabrir el Colegio Militar. En su contenido se manda que éste funcione con alumnos internos y externos, y que  alternativamente cada dos años, ingresen dos oficiales y dos sargentos segundos.
Entre las materias a dictarse se encuentran: sistema penal, organización de los tribunales y juzgados militares, juicios militares, ley de jurados, leyes orgánica militar y de guardias nacionales, servicio de campaña, organización y servicio de los estados mayores, táctica superior o aplicada, guerra de montaña, fortificación de campaña, principios de logística, rudimentos de derecho constitucional; y, Constitución de la República.
A partir del 1 de enero de 1889, el periódico oficial deja de llamarse “El Nacional”. En la primera página se destaca el escudo nacional y luego su nombre como “Diario Oficial”.
El 28 de enero se promulga un decreto ejecutivo mediante el cual se cambia el reglamento de uniformes del ejército. Se describen en el mismo, uniformes para oficiales de las distintas armas y para el personal de tropa. Se diferencian las armas por los vivos en sus uniformes. Se incluye en este reglamento a las guardias nacionales y a las tropas de la policía. Se dispone uniformes para los ingenieros, sin que a esta fecha exista alguna unidad de esta arma. Se les asigna el mismo color de la infantería pero con vivos de color carmesí.
En su afán de reducir los gastos del ejército, se suprimen las comandancias militares de Santa Elena, Vinces, Yaguachi y la jefatura de operaciones de las provincias del Norte, igualmente las guarniciones de la guardia nacional de Riobamba, Guaranda, Latacunga y Tulcán. Se disuelven las columnas “Bolívar” y “Manabí”. Fueron dados de baja todos los jefes y oficiales que se encontraban sirviendo en comisión con motivo de los movimientos continuos de las montoneras. Se redujo la columna “Piedrahita” y la guarnición de Babahoyo; se disolvieron las columnas 37 y 38 en Guayaquil. Se suprimieron las comandancias de armas de Chimborazo, Daule, El Oro. Se redujo las tripulaciones de los buques de guerra.
El 3 de febrero, el general Francisco Salazar publica una segunda edición de su libro sobre “Táctica militar”, la misma que reemplaza el uso de doctrina española por la  alemana, con las modificaciones que forzosamente requieren la organización que tienen los cuerpos de Caballería del ejército.
En el Congreso extraordinario citado el 10 de junio de 1890, el mandatario da su informe a la nación; en su contenido destaca, con relación al ejército, lo siguiente:
“Relativamente a la necesidad del ejército, se incurre en lastimosos extravíos y en la contradicción a la que aludí antes. (Se refiere a los gastos militares) Clamase por todas partes de guarniciones y clamase también por lo numeroso del ejército, siendo así que no tiene ni el pie de fuerza decretado por ley, que es de 3.247 hombres, y que su número apenas llega a 2.388, el cual no basta ni para lo más indispensable”.(37)
El 9 de enero de 1891,  se conviene mediante un protocolo, la suspensión del juicio arbitral sobre la negociación de límites relacionados con el tratado Herrera-García, en sus dos fases; es decir, del arbitraje y del arreglo directo, debido a que, en palabras del presidente ecuatoriano,  “era inmodificable por su naturaleza y por su alcance, y que una revisión era constitucionalmente imposible”.(38)
El 21 de septiembre de 1891 fallece el general Francisco J. Salazar. Su influencia en la vida nacional en general, y particularmente en la reorganización, formación y perfeccionamiento de la institución armada, por más de treinta años, lo coloca entre los oficiales generales más distinguidos del ejército nacional.
El 10 de junio de 1892, se da lectura del informe a la nación por parte del Presidente de la República en el seno del Congreso Nacional; en lo que corresponde al ejército y la marina, se expresa: “Nunca ha estado el ejército de la república en más brillante pie. Perfectamente vestido y equipado, provisto de flamante armamento de nueva invención, comandado por jefes y oficiales, modelos de lealtad, valor y disciplina, podemos enorgullecernos a justo título, del maravilloso cambio efectuado en él, y de que sea lo que es hoy, garantía de los ciudadanos y baluarte del orden constitucional.” (39)

PRESIDENCIA DE LUIS CORDERO
El 1 de julio de 1892 asume el mando de la República el Dr. Luis Cordero.
Con fecha 3 de agosto de 1892, el Congreso de la República, a mas de autorizar el traslado de los restos del general Francisco Salazar a Quito, dispone la erección de un monumento y la colocación de una placa que diga: “Al general Salazar regenerador de la milicia ecuatoriana, el Congreso de 1892”.
El 20 de octubre, considerando “que por especial favor de la Providencia, se hallan en paz todas las provincias de la república”, mediante decreto ejecutivo se levanta el estado de campaña en que se ha conservado el ejército por muchos años.
37.   Tomado del “Diario Oficial” de la fecha.
38.   Idem
39.   Idem


El 14 de marzo de 1893, el Presidente de la República decreta la reorganización de la guardia nacional, considerando la nueva división territorial que contempla la creación de parroquias. En base a ello, en cada una de las provincias, conforma unidades tipo  batallón, regimiento o brigada, de acuerdo al arma,  con los ciudadanos vecinos de cada parroquia.
El 5 de diciembre, el Presidente asume todas las facultades extraordinarias, las mismas que podían ser delegadas a los gobernadores de las provincias. Consecuente con ello, el 6 de diciembre declara al ejército en campaña. Todo lo anterior como resultado de acontecimientos sucedidos en Quito y Guayaquil, en contra de la Legación del Perú, en la cual se procedió a arrebatar el escudo y bandera del Perú y arrastrarla por las calles, en repudio al tratado Herrera-García, el mismo que no fue aprobado por el Congreso, y en respuesta al agravio sufrido por la Legación ecuatoriana en el Perú, traducida en la quema de los símbolos patrios.
El 23 de enero de 1894, se acepta la mediación de los representantes de la Santa Sede y de Colombia, a fin de analizar y proponer soluciones al impase; entre otras se plantea la posibilidad de separar de sus cargos a los funcionarios que actuaron y dejaron hacer en sus respectivos países, a fin de llegar al “olvido mutuo” de las ofensas irrogadas, disponiendo la pronta recepción oficial y amistosa de los respectivos ministros diplomáticos; o que, sin más disputa sobre el orden cronológico y diferencia de las satisfacciones, manden saludar simultáneamente por una compañía de línea los respectivos pabellones nacionales, izados en las legaciones. Mediante sendas comunicaciones cursadas entre los dos gobiernos, se dispone que en cada uno de los países, se dé la baja a los soldados que nacidos en Ecuador o en Perú, se encuentren en unidades militares de los dos países.
El 14 de marzo se restablecen las relaciones diplomáticas. El gobierno nacional declaró insubsistente el proyecto de tratado Herrera-García, por el hecho mismo de no haber recibido incondicional aprobación de la legislatura peruana, y dispone que pase a conocimiento del Real Arbitro, con arreglo a la convención Espinoza- Bonifaz, celebrada en agosto de 1887. El Presidente de la República pone a consideración del Congreso  el 10 de junio de 1894, los pormenores del tratado para su resolución.
En su mensaje a la nación en junio de 1894, el Presidente Luis Cordero, al hablar de las fuerzas armadas dice:
“Los pocos cuerpos de línea que guarnecen esta capital, Guayaquil, Riobamba, y otras ciudades, han merecido, en estos dos años, el aprecio y gratitud del gobierno, por su conducta digna de todo encomio, la que os recomiendo expresamente, contraponiendo mi justo elogio a la sistemática animadversión con que denigran al soldado de la patria, los pocos individuos que lo consideran como obstáculo para la realización de ciertos planes”.
“En cuanto a nuestra escuadra, bien sabéis que, haciendo convenientes reparaciones en sus pocas naves y armándolas mejor, la hemos tenida lista para toda emergencia, y ocupada, entre tanto, en vigilar las costas ecuatorianas con el cuidado que siempre, garantizando, a par del ejército, la tranquilidad y el orden de la República”. (40)
En su discurso se hace conocer que la contribución a la defensa del país, por parte de los ciudadanos alcanzó a 400.000 sucres, empleados en la compra de armamento y munición; asimismo, se habla del funcionamiento de una Escuela Militar de telegrafía, con treinta alumnos, a pesar de que sobre dicha creación no hay documento oficial. De igual manera se hace conocer de la construcción del fuerte “Punta de Piedra” en la ciudad de Guayaquil, para defensa de la ciudad.
Con fecha 25 de julio de 1894, el Congreso, considerando que su similar del Perú no ha dado su aprobación al proyecto de tratado Herrera- García, declara insubsistente dicho tratado.
El 25 de agosto, el Ministro de Guerra y Marina, con el conocimiento del Presidente de la República, autoriza al cónsul del Ecuador en Colombia, celebrar un contrato con el Sr. Gastón Lelarge, ingeniero residente en ese país, para que el mencionado ingeniero se haga cargo de la instrucción militar de Infantería y Caballería del ejército, con las nuevas modificaciones de la táctica alemana, además, para dirigir una escuela de guerra que establecerá el gobierno, compuesta de los jóvenes más inteligentes del ejército, destinada a los estudios de fortificación de plaza y de campaña, topografía, telegrafía, construcción, balística y artillería racional. Se hará cargo de la construcción de todas las fortificaciones que el gobierno juzgue necesarias para la defensa nacional. Se ocupará de dar instrucción práctica sobre cargas de caballería, escoltas y exploraciones, francos tiradores. Se dispone que el contrato se haga por dos años, con un sueldo mensual de trescientos cincuenta sucres. A pesar del esfuerzo realizado por el general Francisco Salazar, es notable la falencia de instructores especializados dentro del ejército, lo que determina esta contratación  que a todas luces resulta inusual.
Por primera vez se legisla sobre los viáticos que deben recibir el personal del ejército, cuando salen de su lugar de residencia; se fija en una ración diaria de su clase y el abono de los bagajes señalados por la ley para las marchas, sin descuento de sus sueldos.
Se dispone la creación de una comisión mixta compuesta de dos militares y un abogado, para que tomen a su cargo la reforma del Código Militar y la codificación de todas las leyes relativas al ejército. Se decreta la organización de una batería mas, agregada a la brigada de campaña de Artillería, sin que ello signifique un aumento del pie de fuerza señalado por la ley.
40.   Tomado del “Diario Oficial” de la época.
El 19 de diciembre se publica por primera vez, en el periódico oficial, la excitación por parte del Ministerio Fiscal de la Corte de Justicia, para averiguar sobre el hecho denunciado por la prensa de Guayaquil, respecto a la compra y venta del buque “Esmeralda”.
La guerra chino-japonesa había puesto al Japón en la necesidad de armarse, del modo que fuere. Muchos países habían declarado su neutralidad en el caso, y entre ellos Chile, a quien Japón quería comprar un crucero. La declaratoria de neutralidad le ponía a Chile en la imposibilidad de realizar el contrato. Entonces se recurrió a un medio, al parecer muy sencillo: rogar a un país hermano hiciera de vendedor; este país era Ecuador.
Los intermediarios para llegar al contrato fueron Caamaño, su amigo Luis Noguera, cónsul en Chile, quien con la participación del Ministro de la Marina chilena, luego de varias formalidades, hicieron la doble transferencia: el Ecuador compraba un barco de guerra a Chile, y el Ecuador vendía un barco de guerra a Japón. El problema se produce al zarpar la nave desde Valparaíso, con la bandera ecuatoriana, pasando por Galápagos, hasta llegar a Yokohama, donde entró el “Esmeralda” a formar línea con la flota japonesa.
El mensaje telegráfico remitido por el cónsul del Ecuador en Nueva York, don Modesto Solórzano, dirigido a José María Plácido Caamaño, ex Presidente de la República, ahora de Gobernador de Guayaquil decía: “Flint propone en nombre del gobierno de Chile que el gobierno del Ecuador tome bajo su nacionalidad el buque de guerra “Esmeralda”, para conducirlo directamente a Honolulu, donde la nacionalidad se cambiara de acuerdo con las instrucciones que se darán por el gobierno del Ecuador. En consideración al servicio, Chile ofrece al Ecuador completo apoyo moral y materiales de guerra en caso necesario. Consulte inmediatamente al gobierno de Quito para enviar instrucciones al cónsul del Ecuador en Valparaíso”.(41) Otro mensaje “Traduzca con mucho cuidado. Flint ofrece 2250 libras en privado para nosotros. Procure conseguir resultado favorable”. Finalmente Caamaño telegrafió a Solórzano: “Conteste a Flint que tengo mucha dificultad con las autoridades de Quito, y usted procure obtener la recompensa. Contésteme.” (42) La recompensa fue ofrecida ser entregada cuando el buque llegue a Honolulu.
Luis Cordero finalmente autorizó la negociación, mediante telegrama enviado al gobernador del Guayas. Se firmó el contrato en Nueva York, el 23 de noviembre de 1894. La comisión de Caamaño ascendió a cuatro mil libras esterlinas. Caamaño fugo del país luego del manifiesto en el cual aceptaba su culpabilidad. No se conoce si recibió o no la comisión pactada.
Cordero fue acusado de peculado, de contrabando, de anti patriotismo, de traición a la soberanía y más delitos. Caamaño confesó la verdad del hecho, demostró que ni personal ni oficialmente había peculado alguno de por medio, asumió su responsabilidad.
41.   Tomado del “Diario Oficial” de la época.
42.   Idem.
La oposición política persiguió a Cordero hasta su destitución, producto de la cual se inicia el periodo liberal. La llamada “Venta de la bandera”, un servicio prestado a Chile se convirtió en el argumento de lucha de la oposición. Un acto abusivo del gobernador del Guayas, dio pretexto a un abuso de Chile, y trajo como consecuencia, un tumulto en la política ecuatoriana.
El 21 de diciembre, atendiendo las circunstancias de conmoción que vive la República, se declara una vez más al ejército en campaña.
El 3 de enero de 1895,  la Corte de Justicia pide se le haga conocer si ha sido suspendido del cargo el cónsul del Ecuador en Valparaíso, a lo cual se contesta que con fecha 22 de diciembre se dispuso al gobernador del Guayas comunicara al expresado cónsul, la suspensión de su cargo y su separación. Igualmente se informa que además se ha ordenado la suspensión del cónsul general en Nueva York, por creerlo complicado en el asunto del buque “Esmeralda”.
 “Se ha extraviado el concepto público -dirá Luis Cordero- en cuanto al odioso asunto del buque de guerra “Esmeralda”. No ha incurrido  mi gobierno en culpa alguna que con razón pueda imputársela: sus actos fueron lícitos; sus intenciones rectas. Pero el voto dominante en la República es el que debo dimitir; y como tengo por máxima inconcusa la de que no es republicano gobernar contra la opinión, voy a dejar la presidencia, cumpliendo con lo que me parece un deber”.(43)
El 16 de abril de 1895, el Presidente de la República presenta la renuncia de su cargo al Consejo de Estado, con el fin de que “el orden se consolide y no siga corriendo sangre de hermanos, en una bárbara contienda civil”. En su mensaje a la nación, entre otras cosas dirá: “Corromper a algunos cuerpos de nuestro brillante ejército, con mengua de la honra militar del Ecuador, nunca más aquilatada que en la época presente, es uno de los inmorales recursos a que apela, sembrando de nuevo para lo porvenir el funesto germen de las conmociones de cuartel, que ya teníamos por fenecidas”.(44)
Con su renuncia, culmina el periodo denominado “Progresista”, el mismo que no pudo ser ni liberal, ni conservador: “Somos conservadores como los conservadores de todas partes, menos como ellos, que no son conservadores, sino enemigos del progreso, y que no quieren ningún ensanche de la libertad civil y política. Si vosotros, los partidarios del statu quo, os arrogáis el titulo exclusivo de conservadores y no admitís en vuestra comunión política otra fórmula que el statu quo, nosotros  no somos de los vuestros, porque somos progresistas. Nuestra divisa es: desarrollo gradual de la libertad civil y política con arreglo al progreso de los tiempos, y aplicación de los principios liberales de la economía política moderna.
43.   Tomado del “Diario Oficial” de la época.
44.   Idem.

Experimentamos cierta repugnancia a mezclar los asuntos religiosos en nuestras discusiones políticas. Amamos nuestra religión católica más que nuestra existencia y que en todo y por todo nos sujetamos a las decisiones de la iglesia”.(45)
Desde el mes de marzo, hasta la renuncia del Presidente en el mes de abril, los hechos de armas que se producen son impulsados por Camilo Ponce Ortiz. El intento de golpe de Estado se produce por la sublevación de la columna “Victoria” de la guardia nacional, en Ibarra, y el levantamiento del batallón “Flores” en Quito.
En Ibarra se combatió el 26 de marzo, al frente de los llamados revolucionarios estuvieron, entre otros, Ponce, Villareal, Landázuri, Gallegos, Daste. Las fuerzas del gobierno combatieron con un regimiento de Caballería, una compañía del batallón 22 de la guardia nacional, y una columna formada por voluntarios, entre otros, Fidel López, Antonio Jijón, Facundo Acosta, bajo el nombre de “Leales del Norte”. Estas mismas fuerzas se volvieron a encontrar en la ciudad de Tulcán, el 6 de mayo, fecha en la cual quedaba derrotado el alzamiento liberal.
El 10 y 11 de abril, en la ciudad de Quito, el sublevado batallón encabezado por el mismo Camilo Ponce, se enfrenta con la artillería de campaña, los soldados de la guardia nacional de San Roque y con un grupo de cadetes del Colegio Militar. Al mando de las fuerzas del gobierno estaba el general José María Sarasti, Ministro de Guerra y Marina del gobierno de Luis Cordero. Como comandante del distrito de Quito venía actuando el coronel Modesto Burbano. Las fuerzas del gobierno controlan el orden.
Asume el ejercicio del poder, Vicente Lucio Salazar, en su calidad de Vicepresidente de la República, el 16 de abril de 1895. El 20 de abril se convoca a elecciones a realizarse entre el 17 y el 20 de junio. Un decreto posterior  cambia la fecha  a los días 28 al 31 de mayo.
Mediante decreto de 31 de julio de 1895, se procede a borrar del escalafón militar a varios oficiales del ejército por haberse pasado a las filas de la revolución liberal, se les hace conocer que serán pasados por las armas al momento de su detención. El 8 de agosto se vuelve a decretar la separación de nuevos oficiales y tropa por haberse unido al caudillo Eloy Alfaro. El Ministro de Guerra y Marina José María Sarasti al frente de varias unidades militares, desde Riobamba hacia el Sur enfrenta a los revolucionarios de Eloy Alfaro.
La división de Guayaquil, compuesta de 1.100 hombres que componían la columna “Vinces” y los batallones “Pichincha” y No 3, a más de la Artillería con 400 hombres y la columna “Guaranda”  con 100 hombres partieron con dirección a Guaranda. En Guamote estaba Eloy Alfaro comandando a sus tropas. Desde Quito habían partido los batallones “Constitución” y “Sucre”; a ellos se sumaron el batallón “Patria”, el “Imbabura”, la columna “García Moreno” y el batallón “Quito”. La revolución liberal había llegado al cenit de  su proceso de lucha, cuya duración se extendió por aproximadamente doce años y que culminó con la toma del poder por parte del general Eloy Alfaro.
45.   Tomado del “Diario Oficial” de la época.
A MANERA DE CONCLUSION:
·      En la  historia de la patria está la  historia de sus fuerzas armadas, así lo confirma este tercer periodo denominado garciano, en el cual se incluyen los gobiernos de Jerónimo Carrión y Javier Espinoza, dominado por un solo personaje, Gabriel García Moreno. Diseñó un plan de acción nacional, cuyos capítulos fundamentales fueron la disciplina, la organización económica y la búsqueda de nuevos caminos morales para el futuro de la patria; los dos primeros marcaron su figura de gran gobernante, el tercero lo identificó como el gran tirano. Su muerte, como diría Rodó, “fue un crimen heroicamente inspirado pero inútil como casi todos los de esta especie, y más que inútil, funesto”.

·      Para las fuerzas armadas y específicamente para el ejército, fue sin lugar a dudas el inicio de su organización, luego de dos periodos, el Floreano y el Marcista, en los cuales la herencia extranjera de su nacimiento marcó su actividad. Prácticamente, la organización dada en 1860 permanece con pequeños cambios hasta la llegada de la revolución liberal y con ella la presencia de la misión militar chilena en la reestructuración de las fuerzas armadas.

·      Fueron importantes los esfuerzos realizados en la conformación de sus reservas, a través de la organización de la guardia nacional, como importantes fueron los esfuerzos para la implementación de las escuelas de formación de oficiales del ejército y de la marina, lamentablemente, todos ellos frenados por la vorágine política que dejó sin piso las buenas intenciones. Desde la óptica política, se vio a  la institución como la única herramienta adecuada para zanjar las diferencias ideológicas en los campos de batalla nacionales, en los cuales se dilapidaron los fondos del estado y se sacrificaron los recursos humanos en un número que sobrepasa cualquier enfrentamiento internacional, desde esa época hasta la presente fecha.

·      No se pudo, a pesar de las buenas intenciones, delinear una política de defensa nacional que hubiese frenado las intenciones expansionistas del Perú, que nacieron desde la formación de la República y que aún permanecen latentes en el convivir internacional. En el intermedio, dos conflictos internacionales con Colombia, ambos desastrosos para las armas nacionales, debido a la improvisación en la preparación de las fuerzas y en la logística militar.

·      Las figuras militares descollantes en el periodo garciano, que trascendieron y brillaron con luz propia en los acontecimientos de la vida nacional, son sin lugar a dudas, los generales José María Urbina y Francisco Javier Salazar.

·       José María Urbina, perteneciente a la casta de los próceres y libertadores dominó por largos treinta o cuarenta años, imponiendo y defendiendo su ideología liberal desde fuera o desde dentro de los linderos patrios, invadiendo  y comandando los ejércitos revolucionarios o constitucionales. Figura singular de este caudillo que ha ido ganando sitio conforme el tiempo ha pasado sobre la historia: Libertó esclavos, redimió indios, dio que hablar a moros y cristianos; fue elogiado y vituperado al mismo tiempo, apasionadamente. Es de los forjadores de la nacionalidad ecuatoriana. Antonio Lloret Bastidas lo define en forma magistral: “Marino y militar, político y diplomático, conspirador y revolucionario, legislador y buen orador parlamentario; talentoso, invencionero, audaz demagogo e ingenioso personaje de salón y de cuartel; leal y desleal al mismo tiempo, conforme el péndulo del reloj político y militar marcaba la hora de los sucesos trascendentes. Con la conspiración bajo el brazo logró proclamarse jefe supremo. En términos justos, la historia ecuatoriana tiene en el general José María Urbina a uno de los personajes más importantes de todos los tiempos”.

·      Francisco J. Salazar cuya actuación descollante se manifiesta en este resumen de la historia de las fuerzas armadas, durante el tercer periodo de la historia nacional, es de los más importantes referentes del ejército nacional. El Hermano Miguel al incorporarse como miembro de la Academia de la Lengua y al ocupar la silla del general Francisco Salazar, hizo su elogio y dijo que “era capaz de llenar con su merito este sillón en que brillaban las estrellas del general y la espada de guerrero, las borlas de doctor y las condecoraciones de diplomático, la majestad de ministro y la aureola de literato; tanto es lo que con su muerte habéis perdido a trueco de lo nada que ganáis con mi persona”.
Hombre culto por excelencia, militar formado académicamente en el exterior, visionario de un ejército dedicado al cumplimiento de  su misión fundamental, la defensa de la soberanía nacional. Con claro conocimiento de la ciencia y del arte de la guerra, impulsó vigorosamente, desde los diferentes puestos de mando dentro y fuera de la institución, la capacitación permanente de oficiales para que hagan un uso adecuado de la táctica y estrategia militar al momento de dirigir las fuerzas en combate, administren con inteligencia la logística militar en apoyo de las operaciones militares, y respeten las leyes y reglamentos como base fundamental de la disciplina militar.
Sus obras y sus acciones estuvieron dirigidas a ese objetivo; sin embargo, la política, promotora de las luchas intestinas a lo largo de este periodo de la historia nacional, le convirtió en actor principal de verdaderas batallas, en las que participaron miles de hombres, se emplearon enormes cantidades de recursos materiales y se perdieron vidas valiosas en mayor número que cualquier otro conflicto internacional en que haya participado el Ecuador. Las fuerzas armadas le deben al general Francisco J. Salazar, un reconocimiento a su labor en beneficio de la patria ecuatoriana. Su influencia en la vida del estado ecuatoriano fue igual o mayor a la ejercida por el general José María Urbina.
·      El cuarto periodo en la historia nacional, denominado como  “progresismo” se inicia de la mano de uno de sus mentalizadores, el Dr. Antonio Borrero Cortázar, figura seria de la historia nacional, respetuoso de la ley, desde sus inicios, cuando estuvo a cargo de la conducción política y doctrinaria del Azuay; se interrumpe con Ignacio de Veintemilla, ocupando una presidencia constitucional amañada por una Asamblea mercenaria y una dictadura palaciega, que fueron un oprobio para la historia del país. La dictadura se convirtió en un naufragio, en manos mercenarias las gobernaciones, las Cortes de Justicia, los Consejos, la educación pública; es decir, el retorno de la anarquía como en años anteriores, agravados por la dilapidación de los fondos públicos. La obra suntuaria de la dictadura fue la construcción del teatro Sucre de Quito.

·      En el campo militar, dos campañas, ambas sangrientas, enfrentando a miles de hombres nacidos en la misma tierra; la primera de los “regeneradores” de Veintemilla, contra los “constitucionalistas” de Borrero, confluyendo en el corazón de la patria, Riobamba y Guaranda, convertidos de toda la vida, en el centro estratégico a conquistar por parte de los contendientes. “Galte” y “Los Molinos”, los nombres de los escenarios; Babahoyo-Riobamba-Guaranda; Quito-Ambato-Guaranda; y, Cuenca- Alausí-Guaranda, los ejes de avance de las fuerzas. La segunda, de los “restauradores”  llevada a cabo en dos momentos: el primero con combates en Riobamba y posterior toma de Quito; el segundo, la toma de Guayaquil, planificado en todas sus fases, desde la coordinación de los diferentes ejércitos que llegaban desde Manabí, Machala, Cuenca y Quito, hasta la conformación de unidades logísticas, utilización de la reserva activa, y la participación de mediadores internacionales para la solución del conflicto.
La campaña de la “restauración” unió  el verbo de Juan Montalvo y los ejércitos conservador y liberal de Alfaro, Sarasti y Salazar, combatiendo juntos, por esta sola vez, hasta la derrota final de Veintemilla. Su mayor error, el haber dejado de lado al ejército liberal alfarista, luego de terminada la campaña de la “restauración”, obligándole a su licenciamiento. El hecho provocó la resistencia armada de Eloy Alfaro, que se inicia en la costa ecuatoriana y toma dimensión nacional, y que se conoció luego como “la alfarada”, que combatió sin tregua, con verdadero fervor, a los gobiernos de Caamaño, Flores y Cordero.
·      José María Plácido Caamaño cierra esta etapa de transición para dar paso enseguida al “Progresismo”, movimiento político que se distingue por el florecimiento intelectual alrededor de las academias. Plácido Caamaño, que se definió como liberal, pero que  gobernó como conservador, hizo un gobierno tolerante y conciliatorio, se avanzó en las obras públicas, se inauguró el telégrafo; se reabrió la Universidad de Quito, tomó impulso la Filantrópica del Guayas y la escuela de artes y oficios de Quito. Teodoro Wolf recorría el país descubriendo los encantos de su geografía.

·      El gobierno de Antonio Flores también fue tolerante y respetuoso de  las leyes, permitió libertad de expresión a través de la prensa, con personajes como Mera, Modesto Espinoza, José Peralta y su periódico “El Constitucional”; un notorio florecimiento del arte con figuras que dieron prestigio: Joaquín Pinto, los Salas, Luis A. Martínez, Pedro Fermín Cevallos, González Suárez, el Hermano Miguel. Entre sus buenas intenciones estuvo el tratado Herrera- García, el mismo que pudo haber servido de pórtico al laudo arbitral de España, que Flores quería apurarlo para abrir el camino de arreglo a la deuda externa con los ingleses. El tratado terminó en el fracaso cuando fue a parar a manos del imperialismo peruano.

·      Luis Cordero elegido en medio de una batalla política entre conservadores y liberales, agitada por una prensa vocinglera. Entre los candidatos estuvieron Pedro Carbo, el permanente “patriarca” de Guayaquil y Camilo Ponce Ortiz, conservador extremista que iba por su tercera o cuarta postulación. Con Cordero se inició la agonía del progresismo. Pesó mucho la influencia de Caamaño. Tuvo éxitos notables en el campo de la educación. En el campo internacional, la anulación del tratado Herrera-García puso de manifiesto la desleal actuación del vecino Colombia. La estocada final de su mandato fue la llamada  “venta de la bandera” con el buque “Esmeralda”.

·      A lo largo de estas presidencias, luego del asesinato de García Moreno, la institución armada permaneció aletargada, con cambios insignificantes en su pie de fuerza, que por obligación, más que por convenir a los intereses profesionales, se encargaban los congresos de cambiarla cada año o cada dos, adecuando su organización a las necesidades de combatir a las montoneras de Alfaro, mediante la creación o supresión de las llamadas “columnas”, en las cuales se incorporaba a la reserva activa de la guardia nacional. De alguna manera se trató de evitar que el ejército permanente realice funciones policiales, asignando de la guardia nacional un personal que se encargue de esta importante labor. De por medio se dio el combate de “Jaramijó”, considerada como una odisea marítima que se cuenta entre las más celebres de nuestra historia.

·      Finalmente, la controversia alrededor de la figura de García Moreno, eje central de la política nacional, desde su asunción al poder, hasta el advenimiento de la revolución liberal,  será difícil que termine alguna vez; tal es su influencia, que su sombra se dilata entre los estamentos en donde habitan el despotismo, el crimen y la muerte y los otros donde están la indiscutible majestad de sus cualidades positivas y desde luego la suma de sus virtudes como constructor, magistrado y conductor. Dentro de su personalidad hay simas a las cuales es peligroso bajar y cimas a las que también es difícil subir.


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