domingo, 9 de octubre de 2022

Breve Resumen Histórico del Ejército Ecuatoriano en los siglos XIX y XX

                                                                                                    Gral. Patricio Lloret Orellana


                                            El Ejército en el siglo XIX


El siglo XIX fue un siglo dinámico caracterizado por cambios acelerados en las estructuras económicas, políticas y sociales de los países europeos. La independencia de América sumada a la reorientación del colonialismo sobre África y Asia, reorganizaron el mapa geopolítico del mundo. Se consolidó el sistema republicano y democrático como forma de gobierno en Occidente, y el inicio de la decadencia de las monarquías absolutistas. Consolidada la independencia, las nuevas repúblicas se vieron con serios problemas en la conducción política, al no existir la experiencia de autogobierno, como se quejó amargamente Bolívar. Los primeros intentos de establecer algún grado de soberanía popular fracasaron casi en todos los países, dando paso a décadas de turbulencia política en las cuales asomaron los caudillos, la mayoría de ellos desde el estamento militar que, condujo o participó en las guerras de la independencia. Los primeros esfuerzos de organización del gobierno demostraron lo lejos que había quedado la revolución que había conmovido a las colonias inexpertas para obedecer y para intervenir en las funciones de la república.


El nacimiento del Ejército ecuatoriano


La disposición emitida por Bolívar en el año de 1827, de crear el ejército que combatiría con el Ejército peruano, se constituye, sin lugar a dudas, en el origen del Ejército ecuatoriano. La conformación de una División en base de la Tercera auxiliar de Colombia, relevada en Lima, y las unidades del Departamento del Sur, se encuentra lista, el 28 de enero de 1829, para iniciar la campaña de treinta días que le llevaría a la victoria de Tarqui. Este ejército fue el último de Colombia en el Distrito del Sur, transformándose, luego, en el primero de la nueva República. El 13 de mayo de 1830 se redactó el acta de separación de la Gran Colombia. El 14 de agosto se reunía, en Riobamba, la primera Asamblea Nacional Constituyente; y, el 11 de septiembre se dicta la primera Constitución, misma que, en lo que corresponde a la institución militar manifiesta: “Art. 51. El destino de la fuerza armada es defender la independencia de la patria, sostener sus leyes y mantener el orden público. Los individuos del ejército y armada están sujetos en sus juicios a sus peculiares ordenanzas.”


Se inicia el periodo Floreano, cuya duración avanza hasta 1845; es decir, largos quince años de alzamientos militares, muchos de ellos planificados y ejecutados desde el exterior a favor o en contra de quienes dirigían la política nacional. Nacen las tropas gobiernistas y las revolucionarias, cuyos encuentros, victorias y derrotas irán marcando la historia nacional hasta bien avanzado el siglo XX. Estuvo colmado de errores y de sacudimientos, siendo estos últimos la consecuencia de aquellos. (Cevallos. 392) Elegido Rocafuerte como Presidente de la República por la Convención de Ambato, se inicia un primer proceso de modernización del ejército. Se dicta la ley de 7 de abril de 1837 creando la conscripción militar, cuya finalidad fue la de depurar de extranjeros las unidades militares. Al siguiente año, convencido de que la seguridad del Estado es una responsabilidad del ejército, dispone, mediante decreto, la creación del Colegio Militar, el 8 de marzo de 1838. El general español Antonio Martínez Pallares fue su primer director.


La presidencia de Gabriel García Moreno


A la llegada de García Moreno a la presidencia de la república, en 1860, las fuerzas armadas, esto es, el ejército y la marina, venían de un proceso de formación y organización desde el inicio de la República, con una marcada influencia española reflejada en la escuela de formación de oficiales creada por Rocafuerte. Asoma en la palestra militar el general Javier Salazar, con el grado de teniente coronel y recibe la orden de marchar sobre Guayaquil contra el general Guillermo Franco. Desde ese momento las dos figuras quedarán unidas en lo personal y en la historia. Hombre culto por excelencia, militar formado académicamente en el exterior, visionario de un ejército dedicado al cumplimiento de su misión fundamental, la defensa de la soberanía nacional. Su presencia permitió alcanzar reformas fundamentales en la institución militar.


En 1869 se aprueba el primer Código Militar. En su contenido se encuentra, entre lo más importante, la composición de la fuerza armada y del Colegio Militar, la escala jerárquica que se emplea para los ascensos, manejo de fondos militares, funciones, obligaciones y atribuciones de cada grado jerárquico, instalación de  las cortes marciales y las leyes penales para los delitos militares.


El 2 de abril de 1869, siendo Ministro de Guerra y Marina el general Francisco Salazar, se reabre la Escuela Militar cerrada por Flores, con el nombre de Escuela Práctica de Cadetes, la misma que inicia su funcionamiento en el convento de San Agustín. Su director fue el sargento mayor Timoleón Flores. Tuvo estrecha relación con la Escuela Politécnica en la cual, empezaron a recibir clases de matemáticas. En los ocho años de funcionamiento se graduaron cincuenta y siete cadetes en los grados de subtenientes y alférez. El gobierno Garciano no pudo excusarse de acometer la tremenda empresa de reducir las tropas a su límite legal, a los oficiales a sus funciones técnicas, a los altos jefes a sus tareas de estudio, preparación y enseñanza. La tecnificación del ejército y el lustre de la carrera militar fueron un gran objetivo Garciano. (Cevallos 488).


Luego del asesinato de García Moreno, la institución armada permaneció aletargada, con cambios insignificantes en su pie de fuerza que, por obligación, más que por convenir a los intereses profesionales, se encargaban los Congresos de cambiarla cada año o cada dos, adecuando su organización a las necesidades de combatir a las montoneras de Alfaro. La presencia de Luis Cordero fue la excepción, pues fue su gobierno el que más contribuyó al mejoramiento de la clase militar. Especial atención tuvo la Escuela Militar. La Ley del 13 de agosto de 1888 facultó al Ejecutivo para restablecerla, asignándole personal de planta y autorizando a tener en su seno hasta 70 cadetes. En 1894 se crea la Comisión Codificadora de las Leyes Militares y se publican reglamentos y textos de conducción militar elaborados por el general Salazar.


El Ejército en el siglo XX


Nada describe mejor al siglo XX que el cambio, la velocidad, la urgencia, el deseo y el miedo de vivir. Siglo de profundas transformaciones sociales, de extraordinario crecimiento económico, de dramáticos sucesos políticos y de incontenible revolución cultural, hechos sin parangón en la historia de la humanidad. Nació y murió en medio de las guerras: las de trinchera, las de movimiento, de penetraciones profundas, de dobles y simples envolvimientos, las aéreas y las navales, las guerras de guerrillas, la guerra atómica, la guerra fría; todas ellas, de una u otra manera, disolvieron imperios, destruyeron generaciones, impulsaron los cambios tecnológicos y forjaron mitos de identidad nacional. El inicio del siglo para el Ecuador fue, ante todo, el comienzo de formas de gobierno, de sistemas sociales, de modalidades constitucionales diversas y aún opuestos a lo que sucedió en el inicio de la República. El Ecuador del siglo XX nace con la presencia del general Eloy Alfaro como Presidente Constitucional de la República, luego de haber asumido el mando supremo el 5 de junio de 1895 y ser nombrado Presidente Interino en octubre de 1896.


La Misión Militar Chilena


Eloy Alfaro realiza todos los esfuerzos posibles por incorporar al país una misión militar chilena que se encargue de organizar el ejército nacional, considerando especialmente, la refundación del Colegio Militar realizado el 11 de diciembre de 1899, de la Academia de Guerra el 31 de enero de 1900; y, de la Escuela de Clases para la instrucción de cabos y sargentos. El contrato de servicios militares de la misión chilena fue firmado en Santiago de Chile el 2 de septiembre de 1899, ante notario público, con el Cónsul del Ecuador en esa capital. La publicación de este contrato recién se hizo en nuestro registro oficial el 18 de enero de 1902, pese a que los contratados prestaban sus servicios profesionales desde el año de 1900. (Lloret 10.)


Una vez conformada la misión militar, sus integrantes se dedicaron a una exhaustiva revisión, análisis y evaluación de las leyes, reglamentos, orgánicos y más documentos que estaban rigiendo para el Ejército y la Armada del Ecuador, con el fin de presentar al ejecutivo un proyecto de Ley Orgánica Militar que, contemple jerarquías militares, división territorial militar, organización de los cuerpos de tropa, servicios anexos y auxiliares, establecimientos de formación y perfeccionamiento de oficiales y tropa, administración y mandos del Ejército. El mayor del Ejército de Chile Luis Cabrera Negrete, jefe de la Comisión, remite al Ministro de Guerra del gabinete del general Leonidas Plaza, don Flavio Alfaro, el proyecto de Ley Orgánica Militar, el 27 de junio de 1902. Fue en el gobierno de Don Lizardo García que se aprueba y publica en el Registro Oficial No. 78 del 11 de diciembre de 1905, en los mismos términos en que fue presentada por la Misión Militar Chilena, y se publica en el Registro Oficial No. 79 de 12 de diciembre de 1905. (Lloret. 13)


La Ley Orgánica recomendaba que los institutos castrenses destinados a la formación, preparación y perfeccionamiento de oficiales y clases del ejército sean: Escuela Militar, Academia de Guerra y Escuela de Clases. El 11 de diciembre de 1899, mediante Decreto Ejecutivo, se disponía la reiniciación de actividades. Al finalizar el gobierno constitucional de Leonidas Plaza Gutiérrez, en septiembre de 1916, concluye en la práctica el movimiento revolucionario de Alfaro, el mismo que sembró las semillas para el nacimiento de un Ejército profesional que lamentablemente se quedó en las buenas intenciones, salvo la

creación del Arma de Ingenieros, reapertura definitiva de la Escuela Militar, la creación del Estado Mayor General y de las Zonas Militares. Faltó el líder que consolide los objetivos trazados en la Ley Orgánica Militar presentada en 1902 y aprobada a tirones en 1905, y el colectivo social que defina las circunstancias y las posibilidades del cambio. Su ausencia determinó la falta de políticas institucionales que eviten las urgencias en la profesión militar. (Lloret .14)


La Misión Militar Italiana


El 19 de octubre de 1920 el Congreso Nacional emite un decreto fundamental para el ejército, disponiendo al ejecutivo que proceda a crear las secciones de ingenieros que a juicio del Estado Mayor sean necesarias y le autoriza a contratar una misión militar europea para la instrucción del Ejército. José Luis Tamayo, Presidente de la República pone el Ejecútese el 26 del mismo mes. A partir del 22 de mayo de 1922 llega al país la misión militar al mando del general Alessandro Pirzio Biroli, acompañado de distinguidos oficiales, con hojas de vida en las cuales constaban las participaciones en las guerras de Italia contra Turquía y Austria, profesorados en las escuelas de especialidades, jefes de regimiento de telegrafistas, zapadores, pontoneros, jefes de Estado Mayor, directores de institutos, etc.; es decir, preparados para la tarea de modernizar la institución militar ecuatoriana. Creyó pertinente, en primera instancia, crear y dar impulso a institutos y escuelas militares para la preparación de oficiales superiores, subalternos y personal de tropa.


Los resultados no se hicieron esperar: organizaron cursos intensivos para las armas de Infantería, Caballería y Artillería; crearon la Escuela de Oficiales Ingenieros, con la cual, nace la educación técnica en el ejército; la Escuela de Pilotaje de Aviación; cursos de radio telegrafía, educación física, hipología. Colaboraron en la instrucción y pensum de estudios de la Escuela Militar. En 1928 crean el Servicio Geográfico Militar y se inicia el levantamiento de la Carta Topográfica Militar. El 15 de abril de 1923 se crea la Academia de Guerra del Ejército y se designa director al coronel Ángel Isaac Chiriboga. El quinto y último curso de Estado Mayor tuvo lugar entre octubre de 1940 y octubre de 1941. El 25 de agosto de 1940, el ministro de Defensa, Galo Plaza, informaba sobre la decisión del gobierno de terminar la relación con Italia tras el ingreso de esta nación a la Segunda Guerra Mundial. El 19 de noviembre se oficializaba el retiro de la Misión Militar Italiana.


La Revolución Juliana


Fue la primera de las revoluciones incruentas que habían de librarse en el país,llevada a cabo por el ejército, como representación política con poder real, el de las armas, para defender los intereses de maestros, intelectuales, militares y burócratas, grupos que se adhieren, en gran medida, a las tesis socialistas. (Moncayo. 431.) No fue una revolución militarista, pues a poco de cumplida, entregó el mando a una junta de gobierno integrada por civiles que, a la postre, se convirtió en la dictadura de una sola persona representada por el doctor Isidro Ayora. El 9 de julio de 1925, el movimiento militar iniciado en la ciudad de Guayaquil y replicado en la ciudad de Quito, depuso a las autoridades provinciales del Guayas, instaurando una Junta Militar presidida por el sargento mayor Idelfonso Mendoza, quien suscribió un manifiesto a nombre de la institución militar. En Quito se instauró la Junta Suprema Militar compuesta por el teniente coronel Luis Telmo Paz y Miño que la presidía, mayores Juan Ignacio Pareja y Carlos A. Guerrero, el teniente Federico Struve y el subteniente Ángel Bonilla.


De la lectura de las firmas que asoman en el documento de creación de la “Liga Militar”, de 25 de octubre de 1924, se puede deducir que, el movimiento juliano se inició en las aulas de la Escuela de Oficiales Ingenieros, con los alumnos que ingresaron el 30 de junio de 1922. Como profesor y jefe de curso constaba Telmo Paz y Miño. El programa de gobierno era amplio y, por ello, difícil de realizarlo en su totalidad, sin embargo, lo conseguido a lo largo de varios años de gobierno personal y estable, estuvo respaldado por el ejército. Se destacó por notorios adelantos y por fundamentales innovaciones sociales, económicas y sanitarias. En lo económico recibieron el impulso de la misión Kemmerer. (Lloret. Boletín 4)


Se promulga la Carta Política No 13 en la vida republicana; en ella, se destacan dos aspectos importantes relacionados con el ejército: la presencia de representantes funcionales en el Congreso Nacional, entre los cuales está un oficial general; y, reaparece el Consejo de Estado, al cual se integra el Inspector General del Ejército como máxima autoridad militar. Los militares julianos inauguraron las intervenciones institucionales del Ejército, pues en adelante todos los gobiernos militares surgidos (1938, 1963, 1972) lo han sido como representantes de todas las Ramas de las Fuerzas Armadas. Al mismo tiempo, los militares se convirtieron en una fuerza política reformista, nacionalista, populista y hasta cierto punto mesiánica, pues asumieron, como institución, la orientación del Estado y la salvación del país cada vez que, el ejercicio gubernamental de los civiles les pareció caótico y grave para la continuidad de la democracia ecuatoriana. (Paz y Miño. 102)


Los años treinta


La Constitución número trece del país, seudo parlamentaria, con sucesión en el mando de la República en la persona del ministro de Gobierno, trae como consecuencia la presencia de 17 gobiernos, entre constitucionales, dictaduras, encargados del Poder, civiles y militares, que durante los años treinta convulsionaron el panorama político de la Nación. Las crisis políticas en las cuales el ejército tuvo participación directa, fueron el resultado de procesos eleccionarios fraudulentos o amenazas directas a la Constitución del Estado; a pesar de ello, en lo que corresponde a la preparación profesional del personal de oficiales y tropa, en sus respectivas armas y servicios, bajo la supervisión de la Misión Militar Italiana, se había logrado un alto grado de organización.


El ejército es comandado desde el ministerio de Defensa Nacional a través de la Inspectoría General del Ejército, responsable de la preparación y eficiencia del ejército para la guerra; un Estado Mayor General encargado de planificar y elaborar los planes de guerra, y las Zonas Militares como entes ejecutores de la instrucción y movilización. En las unidades operativas, se habían consolidado las armas consideradas como nuevas, esto es, la Ingeniería y la Aviación. Los Servicios que son fundamentales para la atención de las tropas en paz y en guerra estaban en proceso de formación con la presencia de la Intendencia, Sanidad, Químico, Justicia y Veterinaria.


En lo referente al equipamiento de material militar y armamento, si bien es cierto que, la situación fiscal del país no era de lo mejor, y la descomposición política no les permitía a los gobiernos que se sucedían cada “diez meses y días”, a dedicarse a analizar y buscar las mejores alternativas orientadas al desarrollo económico y social del país, el equipamiento y armamento aparecía como medianamente adecuado a las necesidades del ejército, con fusiles Máuser, cañones de artillería Krupp, artillería de montaña de 65 mm, el fusil ametrallador ZB, la ametralladora pesada Fiat, el material de artillería Ehrhardt 75 de montaña, artillería antiaérea con la cual se organiza unidades con dos baterías de defensa antiaérea en la IV Zona Militar, el grupo de caza de la base aérea “Simón Bolívar”, cuyo comandante se sublevó ante el fraude electoral propiciado por Arroyo. Claro que nos hizo falta para efectos de defensa nacional, la artillería moderna adquirida por el general Enríquez y cuyas cuotas de pago fueron suspendidas por Arroyo del Río. Igual nos hizo falta el equipamiento de diez brigadas que el mismo general Enríquez afirma haber adquirido y que posiblemente estuvieron almacenados en las bodegas de Intendencia. De todas maneras, había armamento, equipo y personal preparado para la defensa del país.


Por primera vez, el mando militar toma conciencia de la situación de abandono del Oriente y crea destacamentos militares y navales bajo la dependencia del Ministerio de Defensa, entre otros, en Montalvo y Zumba. Se organizan en el país los Centros de Instrucción parroquiales para la reserva, entre ellos, uno destinado al Clero Secular no ordenado. Se redoblan los esfuerzos por tener una reserva adecuadamente instruida y entrenada, cumpliendo anualmente lo dispuesto en la Ley de Servicio Militar Obligatorio; sin embargo, conociendo de los problemas presentados desde mediados de julio del año 1939 en la frontera con el Perú, el mando militar, sin una adecuada Apreciación de la Situación, dispone o ejecuta la orden de licenciar a la leva de 1939 que terminaba su conscripción en los primeros días del año 1941.


Al final del año 1940, bajo el mando del Comandante en Jefe del Ejército, Dr. Carlos Alberto Arroyo del Río, conforme lo establece la Constitución de la República, el Ejército, nuestro Ejército, estaba debidamente organizado en todos los niveles del mando, sus institutos de educación en pleno funcionamiento, sus unidades desplegadas en sus guarniciones de paz, con una fuerza de seguridad en la frontera Sur, con destacamentos en la frontera oriental, con reservas instruidas, con una conscripción militar estudiantil en apoyo a las reservas, y con un armamento y equipo que sin ser de lo mejor, estaba en condiciones de ser empleado adecuadamente para defender la soberanía nacional, por un tiempo lo suficientemente largo, para forzar a un enemigo a negociar la paz. La década de los años treinta fue para el Ejército, conforme lo comprueban los documentos oficiales, un periodo de permanente preparación de sus cuadros para el cumplimiento de su misión primigenia, defender la soberanía nacional.


Los conflictos bélicos con el Perú


El inicio de la guerra en Europa fue determinante para que la Misión Militar italiana que fue contratada en el gobierno de José Luis Tamayo, en enero de 1922, iniciara el proceso de retorno a su país. Con toda seguridad, la influencia de los Estados Unidos respecto de la permanencia en Ecuador, de una misión militar de un país aliado a Alemania, debe haber agilitado su salida, la misma que se dio oficialmente en agosto de 1940, conforme el anuncio realizado por el ministro de Defensa Nacional Galo Plazo Lasso, dando por terminado el contrato “por razones de carácter internacional”. Al finalizar el año cuarenta, la amenaza peruana estaba claramente identificada por todos los organismos civiles y militares del país, excepto por el Presidente de la República. No quiso ver en los informes militares, en la prensa, en los servicios de información del exterior, la preparación bélica del Perú. Creyó que los países “amigos” (léase Estados Unidos) iban a anteponer sus buenos oficios para impedir una invasión militar peruana.


La guerra, si se puede llamarla así, había terminado y sus resultados fueron acordes a la forma en que el gobierno ecuatoriano había sido capaz de responder desde los campos político, diplomático y militar. El conflicto no fue evaluado en ninguno de estos campos del poder, ni se hizo empeño alguno para enmendando errores, empezar a prepararse convenientemente para defender la patria. De este conflicto hasta 1981 pasaron cuarenta años en que la despreocupación de los ecuatorianos a las cuestiones esenciales de la nación, alentaron en gran medida el proceder de la política internacional peruana. El conflicto del 81 volvió a desnudar nuestras debilidades. El análisis de los hechos desde el punto de vista político, diplomático y militar, llevan a concluir que el gobierno de Arroyo del Río fue responsable por error u omisión del delito de traición a la patria.


Los resultados del Conflicto de la Cordillera del Cóndor fueron traumatizantes para los ecuatorianos, porque al tomarse la decisión de instalar los destacamentos en la vertiente oriental de la Cordillera del Cóndor, no se consideró debidamente el real poder nacional y militar del país frente al Perú; tampoco la muy probable reacción de ese país. (Gallardo. 532) El resultado del Conflicto del Cóndor se constituyó en el punto de partida para iniciar reformas fundamentales en la organización, equipamiento, entrenamiento y empleo de las fuerzas armadas.


La guerra del Cenepa


Al cumplirse 25 años de la última guerra del siglo XX en América, la Academia Nacional de Historia Militar presentó el libro “La Guerra del Cenepa: 25 años”, el mismo que incluye el testimonio de primera mano de los principales protagonistas de la guerra, así como el análisis de los escenarios geopolíticos en América del Sur, la situación del país y de las Fuerzas Armadas antes, durante y después del conflicto. El objetivo fundamental de este libro, a más de ser un aporte a la investigación histórica, era el de fortalecer la pertenencia, el civismo y el patriotismo de sus fuerzas armadas y del pueblo ecuatoriano.Para lograr este objetivo era necesario que el libro pueda estar en manos de las embajadas, agregadurías militares, comandos de fuerza, bibliotecas; y, en manos de cada uno de los miembros de la Institución Militar. Apenas fueron editados los necesarios para entregar a los invitados especiales, en Quito y Guayaquil, que asistieron al lanzamiento del libro en el mes de enero de 2020.


Quiero entender que, la prohibición de conocer la historia nacional, generada por el gobierno de la revolución ciudadana, y que aún se encuentra vigente, fue el motivo para evitar la circulación de tan importante obra. Para efectos de este ensayo, pondré a consideración del lector, algunas conclusiones consignadas por quienes estuvieron al frente de las operaciones militares:


- La victoria del Cenepa fue el resultado de un profundo anhelo de reivindicación nacional, y la culminación del trabajo que realizaron silenciosamente las Fuerzas Armadas por muchos años para estar en condiciones de cumplir su sagrado deber. Fue también la consecuencia de las aportaciones económicas que responsablemente realizaron los gobiernos, unos con mayor convicción que otros, para preparar oportunamente la defensa nacional. (Gallardo. 105).


- La conducción de la guerra la realizó el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Ecuador emitiendo órdenes a los teatros de operaciones terrestre, naval y aéreo. Durante la conducción, no se cumplieron los plazos establecidos en el plan de guerra, ya que primó el factor sorpresa, anticipándonos en la movilización, concentración y despliegue de nuestras fuerzas. (Bayas. 122)


- La Campaña de 1995 fue exitosa. La preparación de más de una década, la oportuna concentración y despliegue de las fuerzas y el amarre estratégico realizado por las unidades, que no estuvieron empeñadas directamente en operaciones bélicas, disuadió al agresor de ampliar el conflicto para tomarse una prenda territorial que fue la tesis de los “halcones” nacionalistas militaristas del Perú. En cuanto a los objetivos tácticos, operativos y estratégico militares, se los alcanzó a cabalidad, permitiendo a la conducción política nacional la suficiente libertad de maniobra para una negociación digna, en los días del conflicto armado y en la compleja trayectoria hacia la consecución del fin supremo de toda guerra: la paz digna, a fines del año 1998. (Moncayo. 217)


- Armar, equipar, entrenar a las reservas para enfrentar un conflicto bélico que pudo, en cualquier momento, convertirse en una guerra declarada entre Ecuador y Perú, no era un asunto de todos los días. Había que tomar decisiones inmediatas encaminadas a conseguir los fondos internos y externos que faciliten su adquisición. Era indispensable sortear el embargo internacional de armamento impuesto por los Estados Unidos. Era necesario recordar direcciones y recuperar amistades dispuestas a apoyar al país desde el exterior. Fue indispensable generar procedimientos que eviten las largas colas de vendedores de todo tipo, desde pañuelos hasta misiles. La exigencia de presentar garantías bancarias por los montos de las ofertas ahuyentó a una gran cantidad de ellos. (Lloret 137)


- En el Conflicto del Cenepa se volaron 1.500 misiones de combate que dejaron grandes experiencias para quienes participaron en ellas. Las valerosas y patrióticas acciones que se llevaron al cabo deben ser conocidas por todos los soldados de las Fuerzas Armadas y por toda la ciudadanía ecuatoriana para que sirvan de ejemplo y motivación para seguir adelante buscando la paz y la prosperidad del pueblo y de la Patria. (Bucheli. 273)


- La Patria está nuevamente amenazada, nos cabe el honor de defenderla en nuestra frontera marítima. Estoy seguro que todos y cada uno de nosotros oficiales y tripulantes seremos capaces de hacer renacer Jambelí: hito de gloria, no pasarán. ¡Viva la Patria! (Gálvez. 266).


- Cuatro siglos después, defendiendo su territorio, un ejército de soldados provenientes de todos los rincones del Ecuador, unas Fuerzas Armadas que contaban con el respaldo de su pueblo, enfrentaron la agresión de un ejército mucho más numeroso, propiciada por el delirio populista de un gobernante que no dudó en usar el conflicto armado para favorecer sus intereses políticos. (Andrade David. Editor. 356)


Una visión desde el exterior


- “La limitada victoria del Ecuador en el Cenepa origina una nueva entrada en el antiguo conflicto. Ecuador ha logrado una victoria militar sobre el Perú por primera vez desde la batalla de Tarqui en 1829. Los ecuatorianos integraron exitosamente estrategias militares, operaciones y tácticas con una acertada campaña de información en ambos niveles, lo nacional (diplomacia) y en lo militar (operaciones psicológicas) este es un logro significativo para la nación ecuatoriana.” (Gabriel Marsella. Escuela Superior de Guerra del Ejército de Estados Unidos. (Guerra del Cenepa. 25 años. 133)


- La peor derrota desde 1879: “Jamás nuestra Fuerza Aérea ha sufrido pérdidas de esa envergadura, y todo esto frente a un adversario al que Perú siempre había derrotado cuando se atrevió a agredirnos y desalojado cuando se infiltró en nuestro territorio, tanto en 1941 como en 1981, para no hablar de lo ocurrido en el siglo pasado.” (Fernando Rospigliosi. La peor derrota. Caretas. Guerra del Cenepa. 25 años. 133)


Bibliografía:


Academia Nacional de Historia Militar. Historia Militar del Ecuador. El Ejército Nacional. Moncayo Paco.

Academia Nacional de Historia Militar. Boletín 4. La Misión Militar Italiana. Lloret Orellana Patricio.

Academia Nacional de Historia Militar. Boletín No 5. El Ejército de los años treinta. Lloret Patricio

Academia Nacional de Historia Militar. Historia Militar del Ecuador. De Paquisha al Cenepa.

Gallardo José.

Academia Nacional de Historia Militar. La Guerra del Cenepa. 25 años. Quito, enero de 2020

Cevallos García Gabriel. Historia del Ecuador. 1987

Centro de Estudios Históricos del Ejército. Tomos 2,3,4,5. Macías Núñez Édison.

Lloret Orellana Patricio. 100 años de la Ingeniería Militar en el Ecuador. IGM. Junio 2002

Paz y Miño Juan. Revolución Juliana y salud colectiva.